El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define “cacique” como persona que en una colectividad o grupo ejerce un poder abusivo o que en un pueblo o comarca ejerce excesiva influencia en asuntos políticos.
Yo pensaba que este tipo de actitudes eran propias de tiempos pasados, pero todavía encontramos ejemplos rancios de lo que no puede ni debe ser.
Como el de ese concejal de urbanismo que profesionalmente se dedicaba a las instalaciones y a las promociones urbanísticas. En una de ellas se pasaron de altura y, donde no había terraza planificada, apareció una. En otro grupo de viviendas aparecieron unos áticos donde antes sólo había tejado. No hubo problema, se cambiaron las normas subsidiarias y todo legal.
O el de ese alcalde, que lleva años trapicheando con las calificaciones de los suelos. Curiosamente, cada vez que algo se convierte en urbanizable es un área donde hay intereses familiares.
También recuerdo el caso de una carretera comarcal largo tiempo demandada. El trazado original de la Diputación Provincial de Teruel seguía una línea recta de entrada al pueblo, pero de la noche a la mañana se transformó en una suave curva que evitaba la expropiación del munícipe de turno y de paso jodía la viña de un rival político.
Conozco al menos a dos vecinos ilustres que prevén el futuro y, antes de tener la concesión de la Confederación Hidrográfica del Ebro, ya han realizado sus captaciones y balsas correspondientes, teniendo por seguro que, hecha la obra y pese a no tener todavía el beneplácito administrativo, no habrá quien les tosa.
Y dirán ustedes que a qué santo viene esto ahora.
Hablando estos días con algunos vecinos para conformar una candidatura electoral, dos de ellos nos han manifestado que, si aparecen en nuestras listas, temen perder sus trabajos en retenes y cuadrillas forestales.
En pleno siglo XXI.
Bienvenidos a la Comarca del Matarraña/Matarranya