Opiniones

Lola Llandrés

Coimetrofobia, ¡vaya con la palabrita¡. Como en mi etapa estudiantil, y a pesar de mi ilusión por ser médico de mayor, "de los de investigar", decía, y también, debido a la sensación de angustia en el estómago que, al 50% me producían las asignaturas de matemáticas y física, así como los profesores que las impartían (a quienes a estas alturas no guardo ningún rencor), no tuve otra opción sin mucho criterio curtido para decidir, que la de encarrilarme hacia la otra vía y única posible, la de Letras. Por tanto, el palabro con el que comienzo este escrito, aunque no lo conocía como tal, no me ha resultado tan difícil de deducir. Desde el antiguo nombre de "Necrópolis", en griego se llamó "Koimeterion", pasado al latín "Coemeterium" y por fín a nuestra lengua "Cementerio", así pues, la deducción ya está clarita, Coimetofobia: Fobia a los cementerios. Y esto, ¿a santo de qué?, se preguntarán, pues a santo de otra palabra: Tanatorio. No, no teman, con esta ya no me enrollo, pues con lo traída y llevada que está, por desgracia, ya nos la conocemos todos. Parece ser, que como hay que salir pitando de donde está ahora, que, por cierto allí no molesta a nadie, pues es un lugar céntrico, no hay vecinos encima, accesible a todo tipo de personas, jóvenes y mayores, con difusión rápida del ocupante obitual, y para el personal que vive más alejado, existe una parada de bus justo enfrente. También, y eso es lo más importante, los familiares del difunto tienen una mayor facilidad para sentirse arropados por amigos, vecinos y conocidos. Bueno, pues debo ser yo la única que discrepa, pues, también parece ser que todo el mundo está de acuerdo en su ubicación: Junto al Cementerio...y punto. Ahora discuten acerca de si será pequeño o grande, de que por si no se cambia por el otro "tanatorio", el que han puesto en la Glorieta, etc, etc... Pero a mí, lo que realmente me importa, es el sitio. Lo siento, no me gusta. Me imagino sola, acompañando a un ser querido allí, junto al cementerio, pared con pared, así, tan cerquita, como para que el muerto se vaya haciendo a la idea. Los acompañantes ya se han ido, bueno, los que se han atrevido a venir, los que llevan coche, porque los mayores si no los sacan los hijos o los nietos... y total, ya iremos a la iglesia que esto nos queda muy lejos. Pues eso, que aunque no llego a la Coimetofobia, sigo teniendo, sólo de pensar en ello, aquella sensación en el estómago que les describía unos párrafos más arriba.

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