José Alberto Pellicer

Desde posturas revolucionarias se ha apoyado a auténticos dictadores porque como iban contra el orden establecido no se buscaban más razones. En mi juventud, presa de ese interés por ir contra el dictador Reza Pahlevi, apoyé al sanguinario Jomeini. Gran parte de la izquierda mundial se manifestaba detrás de fotografías de ese energúmeno. He tenido tiempo de arrepentirme y de analizar a quién debo dar mi apoyo. Lo tengo claro: a nadie.

Pero desde la izquierda se sigue apoyando a este tipo de gente. La izquierda ha estado apoyando al sanguinario mequetrefe de Gadafi porque se enfrentaba a los árabes tradicionales. Desde la izquierda se está apoyando a los hermanos Castro en Cuba, sanguinarios, liberticidas y represores. Desde la izquierda se vuelve la vista hacia otro lado cuando los comunistas chinos ponen una china como la peña de La Encarnación en el zapato de las libertades. Desde la izquierda se aplauden las gracias del golpista Hugo Chávez.
Falta un poco de reflexión y de análisis. No quiero pensar que esos izquierdistas que apoyan a esos dictadores reciban algunos cántaros de petróleo que justifiquen sus teorías.
Llevar el pañuelo palestino al cuello crea un vínculo de complicidad entre muchos jóvenes. Se ve a un gobernante palestino con ese pañuelo y ya se tiene claro que es de los nuestros. Arafat era un corrupto y un dictador de la calaña de Gadafi.
Algún simplista falto de análisis, de sentido común y de respeto a las libertades con las que se llena la boca dirá: ”mira este facha”.  A comportamientos fascistas responden los mentados anteriormente. Yo soy de izquierdas. De una izquierda que ama la libertad de todos, la mayor igualdad de la sociedad y el reparto del trabajo. A los seguidores de Gadafis, Chávez y compañía los meto en el mismo saco que a Hitler, Stalin o Franco.
Estopa para todos.