Tengo para mí que en España se odia la música más que ningún otro arte. Porqué, sino, estamos sometidos a la tortura de la música de fondo en todos los espacios públicos? No hay consulta de médico, bar, restaurante, estación de tren, autobús o aeropuerto que no martirice a sus clientes con la matraca de la música de fondo. Sí, matraca, ruido infecto es la música cuando tú no has escogido ni el momento ni el lugar ni la música que quieres oir. El amor a la música exige libertad para elegir y, también, sometimiento para escucharla con la máxima atención, como quien oye llover, pues solo así puede producir los efectos benéficos que contiene. Vale más un minuto de escucha atenta que cien horas de música de fondo.
Pero lo realmente intolerable viene cuando el ayuntamiento de turno se siente en la mesiánica misión de llenar los espacios públicos de música con cualquier excusa inaugural. Ahí es donde vemos con claridad meridiana la pulsión autoritaria: toma música ni que sí ni que no. Sólo se puede pensar en silencio…..
Y así vamos tirando.