José Alberto Pellicer
Hace unos 40.000 años el hombre de Cromañon comenzó a diferenciarse claramente del mundo animal no pensante empleando la lengua para comunicarse. Tenía una necesidad de entenderse y crearon los cimientos de nuestra inteligencia.
40.000 años después el homo politicus renuncia a tan importante legado y utiliza la lengua para incomunicarse. Dos personas que hablan el mismo idioma y que tienen medios para entenderse, utilizan un intermediario (traductor) para complicar la comunicación. Eso en el senado español.
Sandio es la persona que dice o hace sandeces. Pues ya tenemos al homo sandio. Y el homo sandio lo es aunque no cueste ni un céntimo hacer el memo. Pero es que encima cuesta dinero. Dinero del ciudadano contribuyente. Alguno de nosotros tendrá que trabajar dos años más para que con sus impuestos se pague esta memez. Es insultante.
Algún defensor de la medida decía que es una cantidad insignificante, que se podía ahorrar gastando menos luz. Pues que se ahorre también. El dinero del ciudadano contribuyente es sagrado y ni en los tiempos de bonanza se debe despilfarrar ni un céntimo. Entonces se ahorra o se invierte para que cuando lleguen las crisis haya dinero en la hucha. Un respeto que somos señores ciudadanos.
No sé, si a Pachi, el senador del grupo vasco le han traducido del euskara, ya sabe hablar, ya sabe escuchar, o pasa de todo.
¡Qué falta de respeto, que atropello a la razón!
Siempre nos quedará el tango (CAMBALACHE) para cantar, llorar y lamentarnos juntos.
Que el mundo fue y será
una porquería, ya lo sé.
En el quinientos seis
y en el dos mil, también.
Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
barones y dublés.
Pero que el siglo veinte
es un despliegue
de maldá insolente,
ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo
todos manoseados.
Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor,
ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador...
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
Lo mismo un burro
que un gran profesor.
No hay aplazaos ni escalafón,
los ignorantes nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, Rey de Bastos,
caradura o polizón.
¡Qué falta de respeto,
qué atropello a la razón!
Cualquiera es un señor,
cualquiera es un ladrón...
Mezclao con Stravisky
va Don Bosco y La Mignon,
Don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín...
Igual que en la vidriera
irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remache
ves llorar la Biblia
junto a un calefón.
Siglo veinte, cambalache
problemático y febril...
El que no llora no mama
y el que no afana es un gil.
¡Dale, nomás...!
¡Dale, que va...!
¡Que allá en el Horno
nos vamo a encontrar...!
No pienses más; sentate a un lao,
que ha nadie importa si naciste honrao...
Es lo mismo el que labura
noche y día como un buey,
que el que vive de los otros,
que el que mata, que el que cura,
o está fuera de la ley...