José Alberto Pellicer
Hay días en los que la alegría es inesperada. Piensas que es uno más, pero descubres que algunos temas que llevaban parados o molestando hace mucho tiempo comienzan a tomar un rumbo más humano, más social.
Hoy el ayuntamiento ha decidido trasladarel tanatorio construido delante de la fuente de los 72 caños a un lugar que no tape, que permita ampliar el espacio y que los padres vigilen a sus hijos mientras juegan. También me he despertado con la noticia de que el ministerio de Fomento por fin daba salida a la autovía por el puente de la Alberta, para no molestar a ningún vecino. Me han confirmado que la deuda del ayuntamiento no es tan grande, que un concejal ahorrador había estado guardando el dinero debajo de una alfombra para cuando llegaran los tiempos de crisis como los actuales. Los agricultores ya no tendrán que sembrar aspirinas porque los terrenos del futuro hospital ya se han adquirido y en breve va a comenzar su construcción. También he podido saber que Canal Bajo Aragón va a volver a emitir hoy mismo y que van a readmitir a todos los trabajadores despedidos. Los dirigentes de los partidos políticos han sacado del cajón el programa electoral con el que se presentaron y lo van a cumplir. Y un senador honrado, ahora no recuerdo el nombre, ha dicho que como no ha cumplido lo que prometió que renuncia a sus sueldos y a partir de hoy mismo va a realizar trabajos sociales para resarcir a los ciudadanos de los gastos que les ha causado.
Y es que no sé qué tiene de especial este veintiocho de diciembre.