José Alberto Pellicer
Día de resaca para los que habíamos puesto ciertas ilusiones en que nuestra vida iba a cambiar gracias a la lotería. Ya no vale ni el consuelo de la salud. Primero porque no todo el mundo tiene salud aunque no le haya tocado la lotería y luego porque muchos firmaríamos por darle una generosa propina al farmacéutico por unos frenadoles si el riñón lo tenemos cubierto y libre de impuestos, aunque nos dé un cólico. Que las enfermedades pasan pero la miseria perdura. Y si no pasa la enfermedad al menos tendremos un entierro de cinco estrellas. Que no es cierto que la muerte iguale a todos.
De todas formas, debo reconocer que fui un iluso porque estaba cantado que los niños de san Ildefonso (tuvo muchos niños este santo) iban a sacar un número vendido en Cataluña. Lo recogía la letra pequeña del Estatut. Nadie la había leído, porque es un tochazo indigerible, pero en su artículo 69 dice “… la Administración del Estado velará porque la suerte sea repartida en Cataluña en función proporcional al Producto Interior Bruto Catalán independientemente de la cantidad jugada en cada apuesta lotera. Para obtener la relación de índices no se tendrá en cuenta la lotería vendida por la administración La Bruixa de Sort al tener un carácter internacional fuera del ámbito de este Estatut.” Lo he traducido directamente del catalán, así que pido disculpas a los puristas si he cometido algún error. Pero lo más curioso aún está por llegar, pues se le da un plazo “… al estado español de cinco años para que el canto de los niños de sant Ildefons se realice en catalán”.
Así que al año que viene a comprar la lotería en Cataluña, que aquí solo cae la pedrea y en el mes de agosto.