Opiniones

Eva Clavería. Estamos dormidos

El pasado mes de mayo el presidente del Gobierno anunciaba el inicio de una serie de medidas por el bien de la economía del país. Los empleados públicos no podían creerse que, tras haber llegado a un acuerdo de austeridad en cuanto a un nulo incremento salarial, se les recortase por Decreto una parte de sus salarios. Luego se ha impuesto una Reforma Laboral que para lo único que ha servido es para abaratar el despido y aumentar el número de desempleados. A continuación los parados cuya prestación está agotada asisten perplejos a la eliminación de la ayuda de los 426 € a partir de febrero. Ahora se reforman las pensiones recortándolas y obligándonos a trabajar hasta los 67 años. Se entregan al capital privado los servicios públicos más rentables económicamente; un tercio de las Loterías y Apuestas del Estado y los aeropuertos de Barajas y Barcelona, con lo que mermarán los ingresos de las arcas públicas. Se abre la puerta de la gestión del desempleo y empleo público a empresas privadas, para obtener lucro de ello, evidentemente. Se reforman las Cajas de Ahorros para entregárselas a los bancos.  Se suprime la gratuidad de los libros de texto y cada día se nos habla de la necesidad del copago en la sanidad pública. Por si todo esto les parece poco el Gobierno afirma que habrá que tomar más medidas aunque sean impopulares.
Todo esto responde a los dictados de los MERCADOS, es decir, los bancos y grandes grupos de oligarcas quienes insaciables, ante los gobiernos débiles como el nuestro, exigen más y más recortes para que sus beneficios crezcan todavía más si cabe, aunque sea a costa de que los de a pie, el pueblo llano, veamos como empeora drásticamente nuestra calidad de vida y la de las generaciones que nos suceden. Poco les importa el sistema democrático ni el estado del bienestar ante sus cuentas de resultados. No sólo no se va a poder cambiar el modelo productivo, si no que parece que nos dirigimos hacia un modelo de explotación más parecido al chino.
Con una tasa de paro del 20% y al alza, recortes salariales, desahucios diarios, y todo lo que nos está cayendo encima apenas hay respuesta ciudadana. Vemos como en los países vecinos como Francia, Grecia, Italia o Reino Unido la gente sale a la calle a reivindicar y luchar por sus derechos. Aquí solo nos dedicamos a criticar en corrillos y bares esperando a que sean otros los que resuelvan nuestro problema a la vez que justificamos el ataque furibundo que está sufriendo el movimiento sindical, la única tabla a la que nos podríamos aferrar en este naufragio de lo que un día se llamó “estado del bienestar”.

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