Existe un gran clima de pesimismo y resignación en la sociedad española a consecuencia de la crisis económica. Cierre de empresas, paro galopante, pérdidas financieras... La crisis económica ha desencadenado un catastrofismo que nos sitúa al borde de la depresión colectiva.
Uno de los caminos que llevan a la depresión es el sentimiento de impotencia. Cuando una persona se da cuenta de que no puede hacer nada para cambiar su situación tiende a replegarse, a tener miedo al contacto con la realidad y a entrar en una especie de situación de abandono y resignación, de decir 'ya no puedo hacer nada'.
Es muy difícil salir de ahí sobre todo porque no se está sabiendo trasladar confianza.
Normalmente, el miedo es un sentimiento de protección ante un peligro, nos permite tomar medidas para librarnos de él. Pero hay otro miedo que debilita las fuerzas y puede producir una actitud muy peligrosa desde el punto de vista social. Cuando una sociedad tiene miedo se vuelve muy sumisa al poder. El miedo social no conduce a rebelarse, sino a someterse. Y esa sensación está ahora en gran parte de la sociedad española. Los momentos de crisis son graves porque favorecen los golpes de mano políticos. Cuando una sociedad tiene miedo acepta cosas que no aceptaría en una situación normal y esto es un caldo de cultivo peligroso.
En el siglo XX hubo 35 regímenes dictatoriales en distintos grados y todos ellos surgieron después de crisis económicas muy fuertes. Espero que ahora que no suceda algo parecido.
La receta sería fomentar la inteligencia social y aplicar la ética, que hace que las soluciones perduren porque salvaguarda los valores fundamentales de la convivencia.