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Mi molesta opinión: todos al circo
El periódico regional Heraldo de Aragón tiene dos firmas impagables. Guillermo Fatás, que durante unos años fue su director y Cano, el humorista gráfico que a veces con frases contundentes nos hacen sonreír, porque no queda más remedio, a la vez que nos da un golpe en nuestra conciencia para obligarnos a reflexionar.
Recuerdo una viñeta en la que entre dos de sus personajes estaba el siguiente texto: “’¡Estamos perdidos: no tenemos soluciones y se nos acaban los insultos!”
Es para reír, y para llorar. Es la definición exacta de lo que es la política española. Insulta, no dejes al contrario que acabe sus argumentos, o sus insultos, y sobre sus palabras, gritando, le dices “y tú más”.
Cada vez la política se parece más a un gran hermano, a un partido de fútbol de hinchas apasionados que no tienen ni idea de fútbol, donde lo importante son los colores, no las jugadas, donde un jugador es un apestado si juega en el equipo contrario y el mismo, cuando ficha por el nuestro pasa a ser un bendito.
Son ellos, los políticos, los que vilipendian, montan el circo de los insultos pasando directamente de soluciones. Pero no debemos olvidar que el circo tiene sentido si hay espectadores que jalean a unos y a otros. Cuando el circo está vacío se pone un cartel “se suspende la función”. Convendría dar la espalda, que quien acude al circo contribuye con su dinero y con su presencia.