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Si me permiten entrar en este debate del nuevo gobierno, les diré que la remodelación supone un intento de maquillaje. Pero no del maquillaje que permite realzar las cosas buenas de un rostro, sino el maquillaje utilizado como máscara, para intentar ocultar la realidad, en definitiva para intentar ocultar la verdad. Porque la política permanece la misma, porque la Reforma Laboral no la quieren cambiar, porque el ajuste duro pagado y por lo tanto sufrido por la gente de abajo, tiene Zapatero la intención de mantenerlo e incluso profundizarlo, y por lo tanto es una operación dedicada a confundir a un grupo de población que no profundiza en la esencia de las cosas sino que se queda en la superficie de las apariencias.
Unas apariencias que cambian ligeramente al rojo, con la entrada de un sindicalista capaz de manifestarse contra la Reforma Laboral pero la vez dispuesto a encargarse en primera persona de llevarla a cabo. ¿Cuándo engaña este ministro? ¿Cuándo se manifiesta, o cuando desarrolla la política? ¿Cuándo llevaba la máscara, en la manifestación contra la Reforma Laboral o la lleva ahora en el Gobierno? Siempre los hechos son los que marcan la realidad de las cosas. Si este ministro no cambia la Reforma, en la manifestación estaba engañando.
El mismo papel ha reservado Zapatero a una antigua y destacada exalcaldesa de Izquierda Unida, con un mensaje de izquierdas, pero que entra en el gobierno inmediatamente después de que se aprueba en el Parlamento el presupuesto más escorado a la derecha de toda la legislatura. ¡Qué papelón el de Rosa avalando lo que siempre ha rechazado de palabra!
Como cuando quedó registrado en la televisión aquella frase de Zapatero, “lo importante es la foto”, el contenido no tiene importancia, la sustancia del asunto es lo de menos. Porque utilizar el maquillaje como máscara es pedir en la ONU la tasa Tobin pero a la vez recortar fuertemente en el presupuesto de España la ayuda al desarrollo. Porque utilizar el maquillaje como máscara es clamar por la paz pero incrementar la exportación de armamento. Porque utilizar el maquillaje como máscara es, en fin, proclamarse de izquierdas pero llevar a cabo una política económica tan de derechas que la derecha oficial no se atrevería a proponerla con el PSOE en la oposición.
Porque el PSOE en la oposición es muy de izquierdas. ¿Se imaginan la movida que tendríamos en España si la Reforma Laboral la hubiera planteado el PP? Hubiéramos sobrepasado a los franceses en combatividad. Seríamos los más revolucionarios del mundo, los adalides de los derechos de los trabajadores, la punta de lanza del movimiento obrero.
En definitiva, la labor que nos toca a quienes no estamos en el gobierno es intentar explicar a la población la realidad, y para ello casi siempre hay que desmaquillar lo que dicen y lo que hacen los que gobiernan. Lo que ocurre es que en este momento el maquillaje es tan fuerte que constituye una máscara, un engaño. Es muy importante quitar esa máscara. Una vez quitada la máscara, una vez las cosas claras, que la gente decida lo que le parezca mejor.