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El Partido Popular ha obtenido 18 escaños en el parlamento catalán. No cabe la menor duda de que lo que algunos no podían imaginar se ha convertido en realidad. La realidad de lo que significa el número en sí. Para algunos, igual que en la edad, pasa a ser lo que dictamina la mayoría de la misma, las posibilidades de un número que por no ser alto ni bajo es significativo. A algunos les va a dar la posibilidad de opinar con libertad, la que da un grupo que ha sabido hacer realidad una ilusión, que ha sabido luchar, trabajar y, sobre todo, demostrar que las minorías, aun supuestamente compactas, no dejan de ser minorías, mezcladas por intereses pero con una homogeneidad tan baja que al final la evidencia hace solamente su trabajo.
Las urnas en Cataluña han dictaminado, han demostrado un avance al alza para la serenidad, la sobriedad y, sobre todo, la confianza de que lo que era difícil pasa a ser cierto, y como un viejo conocido decía: “el garbanzo siempre va a la cuchara”. Espero, como dijo un día Zp que cuando gana en Cataluña también gana Madrid, que el dicho se haga real y que cuando pierda en Cataluña también pierda en España.