Opiniones

José Miguel Celma. El ministro es un...

No cabe duda de lo inteligentes que fueron las palabras de nuestro presidente, por supuesto Mariano Rajoy, cuando recordó en el Congreso los adjetivos con que los socialistas calificaron a un ministro del PP por unos retrasos que había habido en los aeropuertos. Consiguió que prestaran atención a un discurso al que no le hacían ningún caso, ya que ellos sólo se dedican, como siempre, a criticar. Este ministro, Blanco, que con su colega Rubalcaba han hecho posible lo que no se hizo ni para el 23F ni en otras fechas más recientes de infausto recuerdo. En definitiva, en el país de las chapuzas y de la metedura de pata continua  no se les ocurre más que fastidiar al pobre ciudadano que ha tenido la suerte de que le sobren 1000 euros, para disfrutar en el único puente que había en el 2010, y como siempre que Blanco y Rubalcaba meten la mano (porque la jeta no les cabe), huele de forma clara y sorprendente a ese perfume de aroma asociado a la oscuridad, huele a cerrado y a sitios poco ventilados donde el qué dirán es una mera suposición, donde el qué pensarán les importa un comino y la desesperación de los que se han quedado en tierra se la pasan por ahí donde sin nombrarlo, al igual que a ellos, se les ve el plumero.
No se pondrán en pie de guerra los subvencionados, no se pondrán en pie de guerra los que religiosamente deben de quitarse vicios, independientemente de que sean saludables o no, para pagar otras necesidades como la calefacción  sea del sistema que sea, porque se está poniendo por las nubes y al final tendremos que volver a la estufa catalítica, la montaña de mantas y la bolsa de agua caliente, eso sí, evitando que nuestros hijos se enfríen porque si no
nos dirán que los llevamos demasiado al médico.
En definitiva, en el país de lo social y el aumento de las ayudas me da la impresión de que, como el plan Marshall, han debido pasar de Bruselas directamente a Marruecos y aquí, como siempre, a dos velas.


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