Son muchas las voces que estos días se oyen acerca de la reforma de las pensiones. Cualquier red social a la que accedamos hace referencia a la misma y cómo no, en la repercusión que tiene en cada uno. Yo voy a hablar de como afecta a los jóvenes, a los que más estamos sufriendo la crisis.
A cualquiera de nuestros padres que le digan que tiene que cotizar 38,5 años para poder jubilarse a los 65 años no les supone ningún dolor de cabeza, como dicen; “llevamos trabajando ininterrumpidamente toda la vida”. Pero, ¿qué pasa con nosotros? ¿quién piensa en nosotros? El problema no es que nos tengamos que jubilar a los 67 años sino que, a esa edad, aunque queramos no habremos podido cotizar los famosos 38,5 años que marca la nueva ley y no porque no queramos trabajar, sino porque no hay forma de que un joven pueda encontrar trabajo en nuestro país. Además tenemos que soportar que nos llamen la generación NI-NI, NI estudiamos NI trabajamos ¡tiene guasa la frase!, habría que recordarles a los gobernantes que si NO estudiamos es porque el sistema educativo español es un fracaso por sus absurdas leyes de ¡todos con títulos!, y NO trabajamos porque el mercado laboral español es obsoleto, rígido y sin capacidad de generar trabajo, solo de destruir pero claro, de esto también tendremos la culpa nosotros.
Es muy fácil tirar balones fuera y responsabilizar a los jóvenes de los fracasos de unas políticas hechas a destiempo y de unos políticos que solo les ha importado la foto y que no se han preocupado por tomar las medidas oportunas para evitar que esta situación se convierta en el problema más importante de nuestra economía.
Los datos son claros, el 42% de los jóvenes que queremos trabajar en España no podemos pero, si miramos en Europa, el 25% de los desempleados jóvenes somos españoles.
Como en toda crisis hay una oportunidad, Alemania va a contratar a los jóvenes parados españoles preparados en nuestras universidades (financiadas por nuestros impuestos) y nosotros estamos encantadísimos de encontrar trabajo donde sea, ya que los idiomas que hemos aprendido durante nuestra formación nos hacen trabajadores validos en cualquier país del mundo, aunque sea a costa de dejar nuestra tierra con dolor, comenzaremos nuestra carrera lejos de nuestra familia y empezaremos a pagar impuestos en un país distinto al que nos pagó la formación, sin posibilidad de reportar esta inversión tan importante que ha hecho España con nosotros y todo porque no podemos trabajar donde queremos.
Sí, se nos puede llamar la generación perdida, una generación muy formada que se va a perder en cualquier otro lugar del mundo, para así dejar en España a nuestros padres trabajando hasta los 67 años y todo por una gestión nefasta de un gobierno que no solo nos ha negado el trabajo, sino que nos ha cargado con el lastre de una deuda pública creciente.
Aunque tras leer esto, se puede deducir que somos la generación NI-NI, la generación perdida que NI quiere al PSOE, Ni quiere a Zapatero.