Opiniones

Raúl Vallés. Motorland e infraestructuras viarias

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Una vez logrado el primer hito –importante, todo hay que decirlo- de la entrada en servicio de Motorland, cualquier persona objetiva concurrirá en que este circuito deparará importantes beneficios económicos y también de imagen.  Éstos redundarán en el sector de servicios (hostelería, cafeterías, etcétera) y cuando el programa de competiciones moto y automovilísticas (¿también de F-1…?) esté estabilizado y establecido, con proyección internacional, ¿podrá considerarse culminado este ambicioso proyecto…? Es evidente que no.
Por unas u otras razones, persiste una asignatura pendiente de gran importancia: las infraestructuras viarias. Mientras que la N-232 no se transforme en autovía, mientras que Alcañiz no disponga de ferrocarril, y mientras que los puntos viarios angostos de enlace con las autovías y autopistas más próximas al circuito de Aragón no sean vías de tránsito cómodo y seguro, nuestro grandioso Motorland estará cojo. Tan cojo como el tristemente célebre “cojo  Manteca”, y precisará de “muletas” y otros aditamentos para que los miles de aficionados peninsulares y foráneos puedan desplazarse a Alcañiz.
La construcción de la Ciudad del Motor ha requerido cantidades ingentes de fondos que se han detraído de otras obras urgentes (la N-232, la serpenteante y peligrosa carretera del Barranco del Moro, entre Torrevelila y La Cañada). No se puede, ni se debe, dar fin a algo quedándose fuera otras carencias.


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