{audio}mp3/00_2.MP3{/audio}
Contra el pronóstico de algunos pesimistas –en realidad, pocos- finalmente entró en servicio la Ciudad del Motor alcañizana. Esto constituyó un éxito deportivo, de asistencia y también de ruido (el nivel de decibelios “nocturnos” en la Avenida de Aragón alcanzó un récord Guiness…).
Las autoridades competentes anunciaron que la inauguración oficial estaba pospuesta a que se perfilasen algunos remates, y los usuarios cotidianos del tramo de “vía verde” -que no es tal- existente en el primer túnel de la antigua vía de ferrocarril, estamos sufriendo los grandes “efectos colaterales” resultantes de la construcción del tramo de variante que sobrevuela el río Guadalupe. La vía, no de rodadura sino “saltadora”, de ese túnel y aledaños más parece un paisaje lunar que vía de circulación.
Cuando faltaban unas semanas para la terminación de la añorada variante, por ese túnel transitó una caravana de grandes camiones que transportaban material de relleno desde la zona de Valdealgorfa en dirección a Castelserás. La frecuencia de tránsito de estos camiones era tal que parecía una procesión de orugas del mismo nombre. Resultado: una serie de grandes baches que, sin solución de continuidad, hacen intransitable ese lugar.
Pero las consecuencias de esos efectos colaterales son otras: los accesos “provisionales” a los caminos huertanos existentes a la salida de túnel y la variante, continúan siendo “provisionales”, es decir, chapuzas.
Nuestro temor es que la inauguración oficial tenga lugar sin que los estropicios y chapuzas existentes sean corregidos y enmendados…