Joaquín Carbonell: alma de niño inquieto
Con este lema la revista Turia rinde homenaje al cantautor de Alloza Joaquín Carbonell. En la revista se ofrece un pormenorizado recorrido por la biografía y la rica e intensa trayectoria de este creador polifacético nacido en Alloza en 1947.
La revista cultural editada por la Diputación de Teruel publicó hace un año un texto inédito de Joaquín Carbonell sobre Labordeta que tuvo carácter póstumo. Fue un original que el cantautor envió a “Turia” poco antes de su ingreso en la UCI del Hospital Clínico y con el que la revista quiso analizar la figura y la obra de José Antonio Labordeta al cumplirse el décimo aniversario de su muerte.
Según la opinión de Juan Villalba Sebastián, Carbonell fue un “Peter Pan de contagiosa alegría; culo inquieto de mil asientos: música y poesía, novela y opinión, crítica y compromiso, cine y televisión; irredento optimista; vitalista contagioso; volcán en continua erupción, nos abandonó hace poco más de un año, pero nos dejó su legado artístico, su ejemplo de vida y mil proyectos por hacer”.
Desde muy jovencito, Carbonell demostró su pasión por la música y un autodidactismo prodigioso.
Los años de infancia y juventud transcurrieron entre Alloza, Sarriá y Sitges (1947-1966). Primero fue el chico de la armónica, luego pasó a la batería y de ahí al micrófono como vocalista. Tenía 14 años y cantaba en la Orquesta Bahía. También fue un niño lector de tebeos y puede decirse que, ya en la adolescencia, nacía un periodista cuando edita una publicación festiva en la que entrevistaba a personajes de su pueblo. Interno en los Salesianos de Sarriá de los 11 a los 15 años, a esa edad abandona los estudios y trabaja en Sitges y en diferentes lugares de la costa catalana.
Fundamentales para Carbonell fueron los tres años, de 1966 a 1969, que pasó en Teruel al etomar su educación reglada en el Instituto Nacional de Bachillerato Ibáñez Martín. Son los años que residió en el Colegio Menor San Pablo, en los que compartió pupitres, viajes y actividades con Federico Jiménez Losantos, Gonzalo Tena, Carmen Magallón, Jaime Caruana, Manuel Pizarro y un largo etcétera de nombres destacados de la cultura y el arte, cuya formación en estos años decisivos de su vida de estudiante se debió a un claustro de profesores privilegiado: José Antonio Labordeta, Eloy Fenández Clemente, José Sanchís Sinisterra, Eduardo Valdivia…Su primera actuación musical retribuida tuvo lugar en el Teatro Marín de Teruel, una tarde navideña de 1969.
Desde 1969 hasta su muerte, encontraremos a Carbonell ligado a Zaragoza. Cincuenta años de vida musical que se iniciaron como telonero de otros intérpretes para, ya en 1973, participar en el I Encuentro de la Música Popular en Aragón que se celebró en el Teatro Principal. Cuarenta y siete años más tarde, volvería al mismo escenario para festejar sus cinco décadas como cantante. Por el camino quedaron hitos fundamentales de la canción de autor.
Su faceta como escritor la comenzó publicando un libro de poemas, “Misas separadas”, en 1987, y la cerró en 1994 con otro poemario de calidad: “Laderas de ternero”. En total, escribe Juan Villalba en TURIA, su producción narrativa “comprende cinco novelas y tres biografías dedicadas a otras tantas personalidades de la canción, grandes amigos suyos y maestros absolutos en sus respectivos estilos: “El Pastor de Andorra, 90 años de jota” (2005), “Pongamos que hablo de Joaquín, una mirada personal sobre Sabina” (2011), y “Querido Labordeta” (2012).
Además, en colaboración con el director de Villarquemado, José Miguel Iranzo, realizó un par de documentales biográficos: “José Iranzo, el Pastor de Andorra” (2007) y “José Antonio Labordeta, con la voz a cuestas” (2009).
Por último, “como novelista es un narrador vigoroso, de prosa ágil, voz dinámica, personajes berlanguianos bien construidos, con gran dominio de los tiempos narrativos y fina ironía, que ocasionalmente deviene en humor sarcástico y socarrón”, concluye Juan Villalba en su artículo.