Reportajes

José Alberto Pellicer: Los cementerios. Serbia 19/9/2018

Esta tumba tiene la puerta entreabierta esperando que la de la foto se meta. Mientras no se lleva flores.Quien me conoce, o me ha leído, sabe que generalmente hay dos visitas que no suelo perderme en los lugares que visito, los supermercados y los cementerios. Últimamente visito más los supermercados porque los cementerios me dicen cada vez menos. Sin querer, hoy, paseando sin rumbo me he encontrado un área de cementerios en Belgrado. Dos cementerios judíos, un cementerio ortodoxo y otro cementerio donde están enterrados los soldados franceses que lucharon contra los alemanes. Un cementerio muy militar, sobrio, con cruces blancas, todas firmes, en formación, dispuestos a escuchar la orden para salir en combate. Sólo que el general que los dirige también está muerto y no tiene voz para ningún “ar”. Mientras les deja estar en la postura de descanso. Descanso eterno.

Del cementerio ortodoxo, nada de particular salvo el hueco que se tienen reservado los vivos. Todos, aunque sea de forma figurada por aquello de las incineraciones, tenemos nuestro lugar entre los muertos, pero muchos serbios, estando vivos tienen ya su huequecito. Es muy común encontrar lápidas familiares en las que también está grabado el nombre, la fecha de nacimiento y la fotografía de la persona que ocupará ese espacio cuando muera. Sólo falta una fecha.

Un día tuve la idea de preparar la tumba donde reposarán mis cenizas. Todavía estoy en ello, aunque lo llevo bastante avanzado. Alguna vez me siento junto a la que será mi tumba para hablar con el yo que no seré cuando esté muerto. Pensaba que era una cosa sólo mía, pero está visto que te copian las ideas años antes de que se te ocurran

 

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