Fiestas

VÍDEO. Corrida mixta de las fiestas de Alcañiz

La corrida de fiestas de Alcañiz congregó en la plaza a un público que la llenó a medias.

Los peñistas del sol fueron más numerosos que los aficionados de la sombra. La corrida estuvo presidida por Juliana Sánchez.

El inicio de la corrida estuvo precedida de una vuelta al ruedo de la banda de música con las reinas y un emotivo minuto de silencio en recuerdo de Adrián Milián, un aficionado que ejercía de alguacilillo y que falleció recientemente. Silencio emotivo con muchas lágrimas.

Su puesto no fue cubierto en la corrida.

La corrida mixta la abrió el rejoneador Sergio Domínguez con un toro chico, cuatreño escaso, que  demostró las fuerzas de sus cuartos corriendo detrás de los caballos. La faena estuvo bien ejecutada, aunque falta de dinamismo, con muchas esperas que en algún momento hacían tedioso el espectáculo. Mató de un rejonazo y se le recompensó con una oreja.

Su segundo parecía un becerro crecido más que un toro que era lo anunciado en el cartel.

La lentitud fue más exasperante, sobre todo en el cambio de caballos. La faena torera estuvo ejecutada correctamente.

Mató al torico de un rejonazo y volvió a ser premiado con otra oreja.

Los toros de Castillejo de Huebra se aproximaban a los 600 kilos. Son de lo más grande que se han visto en esta plaza. Dieron buen juego. Todos eran negros zaínos.

La figura del cartel, Morenito de Aranda, estuvo poco centrado con su primero, con mucho movimientos de aquí para allá, sin juntar los pies.

Estuvo justo con el capote y con pocos adornos con la muleta, serio en los derechazos y en los naturales aunque muy movidito. Acabó con el toro con tres pinchazos, media estocada y una entera. Silencio.

En su segundo el torero tuvo otro comportamiento mucho más centrado, más quieto, con citas más templadas y con el mando del festejo en su muleta.

Destacó alguna buena serie de naturales. A la hora de la verdad le dio un pinchazo que el público olvidó inmediatamente después de que acabara con el toro con una buena estocada. 2 orejas compensaron su faena.

José Cabrera, el torero apoderado por uno de los empresarios de la plaza, era la incógnita de la tarde. Venía de torear en Andorra donde había cortado dos orejas. El principio no auguró nada bueno. Perdió el capote y también los papeles, antes de volver a perder nuevamente el capote. El toro parecía ser el que mandaba. No se vio en la faena y a pesar de ser banderillero renunció a ejecutar el tercio. Se notaba su bisoñez con series cortas, finalizadas con premura. Le dio un pinchazo, perdió la muleta, luego una estocada y nueva pérdida de muleta. La mala faena fue rematada por una mala actuación del puntillero.

En su segundo tuvo un comportamiento más valiente. Le costó sujetarlo con la muleta, aunque, a diferencia del primero logró hacerse con el morlanco. Poco a poco se vio que se encontraban a gusto toro y torero.

Puso las banderillas, bien ejecutadas sin demasiadas florituras y serias. Parte de la faena la desarrolló en la puerta de toriles, aunque el toro no dio demasiadas muestras de mansedumbre. Mató de una estocada y fue premiado con dos orejas.

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