La aventura de entrar en Jordania I
Pasé a Jordania desde la frontera de Eilot, que está al sur junto al mar Rojo. Es la única frontera en la que ponen menos pegas y además es la más cercana a Petra. No se puede pasar en ningún tipo de vehículo, sólo caminando. Llegar al control de aduana de Jordania ya dice mucho del país. Hay diversas puertas y ventanillas numeradas.
Cuando yo pasaba sólo había cuatro personas más. Me dirigen a la puerta diez. Me piden un papel que no tengo. Me envían a la ventanilla ocho. Allí no hay nadie.
Al fondo hay otra persona aparentemente ocupada. Sigo esperando y mirando una y otra vez a ver si la ventanilla es la ocho. Al cabo de un buen rato viene un funcionario, me pide otro papel, le digo que no lo tengo, me envía a la ventanilla cuatro. Allí hay un funcionario hablando por teléfono tumbado de medio lado hablando por teléfono.
Cuando le parece bien me dice que qué quiero, le digo que me envían de la ventanilla ocho, me dice que si tengo visado, le digo que no y me da un papel para que lo rellene y se vuelve a tumbar y a hablar por teléfono.
Lo único que tenía que rellenar era mi nombre y el número de pasaporte, lo hago, se lo entrego, me pone un sello y me envía a la ventanilla ocho. En la ventanilla ocho me dan autorización para poder entrar. Y me digo por fin. Vana ilusión. Los problemas acababan de comenzar. Los otros cuatro que estaban pasando el control tenían toda la documentación que me pedían a mí en las ventanillas, estaban antes que yo y salieron bastante más tarde. Les dije si no les importaría compartir taxi
conmigo, si era posible. Me dijeron que sí.