Así fue la detención de Norbert Feher
Habían muerto esa noche el ganadero José Luis Iranzo y los Guardias Civiles Víctor Romero y Víctor Jesús Caballero. Varias horas más tarde, entre las tres y las cuatro de la madrugada del día siguiente, 15 de diciembre del 2017, dos agentes de la Guardia Civil lo atrapaban.
En el juicio que se desarrolla esta semana contra su presunto asesino, Norbert Feher, con las preguntas de la fiscalía y abogados y las respuestas de los testigos están saliendo muchos detalles de los hechos.
Este miércoles declararon los agentes de la Guardia Civil que detuvieron a Feher y este fue su relato:
El serbio había huido con el coche del ganadero Iranzo. De madrugada, una patrulla divisó el que podría ser ese vehículo, un Mitsubishi pick-up, accidentado, semivolcado en la cuneta de la carretera que une Cantavieja y Mirambel. Desde el Centro Operativo de Servicio de la Guardia Civil se dio aviso a dos agentes para que lo comprobasen.
La patrulla se dirigió hasta el vehículo, lo rebasó, dio la vuelta en un camino, comprobó la matrícula y estacionó en otro camino próximo.
No había duda, era el vehículo que buscaban. Desde el coche, con las luces puestas, los agentes divisaron en ese mismo camino a quien les pareció el sospechoso, con varias mochilas y una bici, tumbado junto a una encina.
Feher yacía boca a bajo. Los agentes se aproximaron a un metro y medio de él, le alumbraron con la linterna y le gritaron el “¡alto, Guardia Civil!”. Feher levantó la cabeza y bajo ella tenía una pistola con una bala en la recámara, lista para ser usada.
El abogado de Feher preguntó a uno de los agentes este miércoles si el acusado trató de dispararles o agredirles. “No le dimos opción”, respondió el guardia. El letrado insistió. “No le dimos opción”, reiteró el captor.
Feher llevaba también un cinturón robado a uno de los agentes fallecidos, con pistola y otras armas y en el pecho llevaba un cuchillo de montaña de grandes dimensiones.
No le dieron opción a nada. Le cachearon, le esposaron, le leyeron sus derechos, le interrogaron. No respondió.
Más tarde, agentes de tráfico le preguntaron si había consumido alcohol y drogas. Había bebido hacía poco, pero no se había drogado, dijo. Le practicaron la prueba de alcoholemia dos veces y arrojó una tasa de 0,46 miligramos por litro en aire espirado la primera vez y de 0,47 la segunda. A al menos uno de estos agentes le sorprendió lo tranquilo y relajado que estaba el detenido.