Opiniones

Envejecer

Según el dicho popular, sabe más el diablo por viejo que por diablo. Envejecer significa vivir y la vida nos surte de experiencia y de más o menos sentido común, dependiendo de las personas. Sin embargo, el mundo moderno, donde rige la apariencia y el vacío, considera la vejez como un lastre, como un estigma a ocultar o retrasar. Ya lo escribió Quevedo: “Todos deseamos llegar a viejos, y todos negamos que hemos llegado”. Por coquetería o por una absurda vanidad, mucha gente calla su edad o se resta años. Cuando nada hay mejor que cumplirlos. Manifestar a alguien que se le ve muy joven constituye un halago pero también una indirecta sobre lo viejo que es. Las verdades y las palabras ofenden. Por ello, se maquilla la realidad y se vetan determinados términos que agreden a las mentes deleznables de esta sociedad de cristal y papel cuché que hemos creado o dejado que creen y que nos tiranice. Así, se proscribe la expresión “viejo” y se la sustituye por “mayor” y se reemplaza “vejez” por “tercera edad”. Quien no se conforma es porque no quiere.

¿Cuándo se considera vieja una persona? Se envejece por fuera. Por dentro, cada uno tiene la edad de su espíritu. Observamos a jóvenes sin ganas ni entusiasmo por vivir y personas de edad plenas de vitalidad. Los años nos privan de fuerza y pujanza pero, a cambio, nos proveen de otras facultades. Nos permiten percibir la vida desde una perspectiva más libre y más serena y nos posibilitan desplegar un abanico de nuevas oportunidades. Envejecer no tiene por qué suponer el fin de las alegrías ni el ocaso de las esperanzas. En el teatro de la vida, cada acto nos ofrece interpretar un papel diferente. Sepamos envejecer con dignidad, sin complejos y sin desánimos, aceptando y adaptándonos a los cambios que imprime el paso del tiempo o quedaremos apeados del vagón que nos corresponde. Cada estación produce sus propias primicias. Degustémoslas.

Con la jubilación, se nos brinda un segundo proyecto de vida que va más allá de la mera búsqueda de entretenimientos para ocupar el tiempo libre del que disponemos, a veces excesivo ante la falta de objetivos trazados. Hay que sentirse útil. Nunca es tarde para sembrar ilusiones y esperar que maduren. El problema es que la vejez viene acompañada de inseguridades y miedos: a perder las facultades físicas y psíquicas, a la soledad, al rechazo de la familia que obliga a recluirse en residencias cuya gestión, en ocasiones, deja bastante que desear... Envejecer y morir son ley de vida, pero hasta que Caronte venga a llevarnos en su barca, disfrutemos cada momento. Y recordemos que los árboles más viejos son los que dan los frutos más dulces.

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Respeto 15/01/2025
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