Opiniones

Faltas de ortografía

Quizá sea por deformidad profesional pero me molesta sobremanera detectar faltas de ortografía en una publicación. Algunas rechinan más que las motos por las cuestas de Alcañiz en las noches de verano cuando, en las casas, estamos con las ventanas abiertas por el calor. Las más comunes son escribir los tiempos del presente de indicativo del verbo haber, “he, ha, has, han”, sin hache, confundir “haber “con “a ver”, “hecho” con “echo”, no distinguir entre “hay”, “ahí” y “ay”… Desconozco si todavía se estudian las reglas de ortografía dado que el memorizar no se estila y que se puede consultar internet, como dijo el anterior ministro de Universidades.

Las faltas de ortografía son reflejo del deterioro de la educación y de la carencia de lecturas. Podrían tener cierta excusa las cometidas por personas mayores que no han podido acceder a una buena formación. Hasta la Ley General de Educación de 1970, la escolarización obligatoria acababa a los 12 años. En los más jóvenes, con una teórica mejor preparación, serían menos disculpables. Además, los nuevos dispositivos y el afán de inmediatez en la comunicación han introducido profundos cambios en la forma de escribir con lo que hacerlo correctamente se ha convertido en una empresa poco menos que imposible.

Algunos literatos, como Gabriel García Márquez, han abogado por la supresión de la ortografía: “Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y la jota y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde dice lágrima ni confundirá revolver con revólver. Y que de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos españoles nos trajeron como si fueran dos y siempre sobra una”. Era su opinión.

Lo grave son las faltas de ortografía en los rótulos de la televisión y en Facebook, incluidos algunos grupos de Alcañiz. Y no me refiero solo a los comentarios de los particulares. Se puede redactar sin errores. Es tomarse la molestia de comprobarlo antes de publicar la información u opinión. Por otra parte, corregir al que se equivoca resulta un asunto delicado. No todo el mundo agradece y acepta de buen grado que le enmienden; hay mucha gente que se ofende y lo toma a mal al sentirse herida en su orgullo y autoestima. Un texto con faltas de ortografía desluce el mensaje que pretende transmitir, al menos para quienes percibimos dichos fallos, aunque nos llamen puritanos, intolerantes y otras cosas. ¿Por qué escribir mal si se puede hacer bien?

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Respeto 15/01/2025
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