El escritor francés Charles Perrault, a finales del siglo XVII, recopiló y dio forma literaria a diversos cuentos infantiles transmitidos oralmente que han pasado a formar parte de la niñez de muchas generaciones. Perrault les confirió una función educadora y preventiva añadiéndoles al final una moraleja. Uno de estos relatos, conocido por todos, es Caperucita Roja. La protagonista llevaba en una cestita galletas y miel a su abuela enferma que vivía en una casita en medio de un bosque plagado de lobos y otros peligros.
Con la inflación galopante que padecemos y que, dicho sea de paso, llena las arcas del Estado (a mayor subida de precios mayores ingresos por IVA), el Gobierno, a iniciativa de su vicepresidenta tercera y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha propuesto una cesta parecida a la de Caperucita Roja con productos básicos. Una conocida cadena de hipermercados ha recogido la idea y ofrece treinta artículos por 30 €. Esta cesta antiinflación no reúne ningún elemento fresco, ni carne ni pescado ni fruta ni leche ni huevos. Es más, ofrece géneros desaconsejados por Alberto Garzón, ministro de Consumo, por las grasas y azúcares que contienen.
Las grandes superficies saben que cuando se entra en alguno de estos establecimientos comerciales, aunque solo sea para echar una ojeada, raramente no se pasa por caja. Cuántas veces nos ha ocurrido ir a comprar algo que nos hace falta y salir con el carro lleno y, en ocasiones, sin lo que habíamos ido a buscar. Con la excusa de la cesta, pueden subir los precios de otras mercancías para compensar. Las multinacionales no van a perder nunca. Las perjudicadas serán las tiendas de proximidad en las que la ministra anima a comprar.
Estas no pueden llevar a cabo este tipo de ofertas ni competir con los supermercados.
Por otra parte, nos enfrentamos a la amenaza del desabastecimiento. Este verano ya ha habido problemas con algo tan simple como el hielo. El incremento generalizado de los costes está llevando a los productores a cerrar sus explotaciones agrarias y ganaderas lo que provocará la escasez de ciertos alimentos que habrá que importar. Se habla de la leche y no se descartan otros. Resulta paradójico que en España, que podría ser autosuficiente en el sector primario y despensa de Europa, vayamos a padecer desabastecimiento y dependamos de otros países como sucede en la industria. Y en la agricultura vamos por el mismo camino. Basta con mirar el origen de los artículos que consumimos. A este paso, llegaremos a las cartillas de racionamiento.
La Agenda 2030, aunque nos la tomemos a broma, avanza con paso firme.