Estamos convirtiendo nuestro planeta en un auténtico basurero. El plástico lo invade todo. Estos residuos han formado extensas islas artificiales que ponen en peligro la fauna de la Tierra ya de por sí muy esquilmada por la acción humana. Esto no es obra, solamente, de países subdesarrollados o de grandes empresas a las que el ecologismo les importa un comino.
Es un problema de todos. Basta pasear por las ciudades o el campo para cerciorarse. Hay gente que paga por ir al gimnasio pero no puede caminar dos metros y dejar en la papelera las botellas y los botes vacíos abandonándolos junto a los bancos o en medio de la acera. Los arcenes de carreteras y caminos están llenos de plásticos, latas y bolsas de basura.
Cuando no, de trastos más voluminosos. Si los llevan en coche hasta allí, ¿por qué no los transportan hasta los puntos limpios o avisan al Ayuntamiento que tiene fijados unos días para recoger este tipo de desechos. Y con las mascarillas, igual. ¿Tanto cuesta guardarlas en un bolsillo y arrojarlas en la primera papelera o contenedor que encontremos?
En los supermercados, bastantes carritos, con guantes de plástico dentro.
Debe suponer mucho esfuerzo depositarlos en los cubos al efecto Es más cómodo que lo hagan los que vienen detrás, con el peligro de contagio. Lo mismo, quienes tiran la basura al suelo con la excusa de que ya pasarán los barrenderos a recogerla que, al fin y al cabo, ese es su trabajo. Lo de empatizar con el prójimo y facilitar su tarea es otra cosa.
Años atrás, en los hogares, se reciclaba. Todas las botellas (vino, gaseosa, refrescos, leche…) eran de cristal. En la tienda, se quedaban las vacías y, si no se devolvía el casco, lo cobraban. Después, el plástico fue sustituyendo al vidrio que dejó de reutilizarse y se pasó a destruirlo. ¿Es más barato y ecológico fabricar nuevas botellas que lavarlas y volverlas a usar? ¿No existen métodos para limpiarlas sin precisar agua? Hasta hace poco, un establecimiento de Alcañiz abonaba unos céntimos por bote o botella para reciclar. Cerró.
No debemos utilizar plásticos así que supermercados y comercios, como medio disuasorio, cobran las bolsas. Sin embargo, la mayoría de los productos está envasado en plástico. Y, encima que pagamos, les hacemos publicidad. Criticamos al mundo pero somos incapaces de aportar nuestro granito de arena para lograr un entorno y un planeta más limpios.