Cuando salíamos en la procesión de los tambores dábamos la vuelta a la Ciudad, seguramente pasábamos por calles que en todo el año visitábamos. Veíamos los nuevos comercios y los que habían cerrado. Las calles y el estado en el que se encontraban.
Cuando los móviles no existían y el tiempo tenía valor, recuerdo que los días de lluvia y al atardecer paseaba por esas calles, casi siempre solitarias, pero con todo el sabor.
Ahora, desgraciadamente, el paseo es desolador, terrenos vacíos porque las casas se han caído o tirado y no se ven perspectivas de cambio.
Las grandes obras, nuevo vial, escalera de Ronde de Belchite a pl del Dean, carretera de la rotonda de la ctra de Calanda al polígono Fomenta, no deben suplir la consolidación e intento de recuperación del casco antiguo de la Ciudad.
Perder los recuerdos o la historia debería estar penado por Ley.
Una pena.