Necesito 300.000 juguetes. ¿Pero tú sabes lo que me estás pidiendo? No te preocupes, puede parecer un imposible, pero tengo la solución, ofrecer bolígrafos solidarios, a un precio de calderilla, de modo millones de personas lo compren. Y descubran al ponerse a escribir, que han salido ganando.
Ignorar a los demás en lo que sienten, alejados de robar y entregarse a hostilidades ladronas, no es mi puto trabajo. No tenéis suerte de estar solas, ni de ser tan limitadas, como le dirían las señoras a las criadas. Podemos dejar de reconocer, con Delibes, que procurar formación superior a descendientes de honrados analfabetos, es un error, porque luego no valdrán ni para finos, ni para bastos. O sea, ni para la conjura ladrona de necios revestidos de autoridad, ni para mandados que no ven que son marionetas, y se consideran suertudos por poder formar parte de manadas de ladrones.
Fantaseo, pero con los pies en la tierra, que quienes acechan invariablemente, movidas por aprovecharse de quien se descuide, pueden y quieren salir del atolladero ladrón, del que no ven más allá, porque al identificarlo perfectamente, como inmundo, les impulsa a la conquista de lo desconocido: repugnar robar y abusar, desde la motivación y la vocación profesional, personal y social que lo permite.
Y con la literalidad del discurso del rey: Debemos estar en el lugar que constitucionalmente nos corresponde; asumir, cada uno, las obligaciones que tenemos encomendadas; respetar y cumplir las leyes y ser ejemplo de integridad pública y moral. O sea, no robar personas ni cosas, y no usar la violencia contra quienes no la usan ni roban, al contrario.
Y ya fuera de la opinión: Material de documentación.
Después de todos estos años, volveremos al punto en el que todo empezó. Regresamos a Matrix, donde no se roba ni agrede, a quienes no roban ni agreden, no se roban hijas ni patrimonio, ni mes tras mes, año tras año, cantidades desorbitadas, ni nunca, ni nada.
Trabajando el mensaje del rey en nochebuena.
Debemos estar en el lugar que constitucionalmente nos corresponde; asumir, cada uno, las obligaciones que tenemos encomendadas; respetar y cumplir las leyes y ser ejemplo de integridad pública y moral. O sea, no robar personas ni cosas, y no usar la violencia contra quienes no la usan ni roban, al contrario.
Para todo ello, el entendimiento (conducente a no robar) y la colaboración son actitudes necesarias que dignifican las instituciones; más aún, las fortalecen, porque generan la confianza de los ciudadanos (ya que no les robarían). Y las diferencias de opinión no deben impedir consensos que garanticen una mayor estabilidad, mayor bienestar en los hogares y den la necesaria tranquilidad a las familias ante su futuro (ya que la paternidad responsable y diligente, se cimenta en haber reunido lo necesario para tener descendientes sin robar a nadie).
Pero sin duda, también la sociedad tiene que desempeñar un papel esencial en estos tiempos de cambio (rechazando robar y atentar contra integridades construidas sin robar). Las circunstancias, muchas de ellas nada fáciles (imprevistas más bien), que nos ha tocado vivir (a unos más que a otras, obviamente), sobre todo a lo largo de estos últimos 40 años, nos han forjado como una sociedad fuerte y responsable; y enormemente solidaria (sin robar), como hemos comprobado desde el comienzo de esta pandemia. Son nuestros valores cívicos, junto al talento, la vitalidad y la energía que tenemos en la industria, en los servicios o el campo (y que no atesoran, ni propician, ni trasladan, ni enseñan, ni divulgan ni legan, quienes no los han aprendido con aprovechamiento y sin trampas o fraude en lo que se registró), los que deben estar muy presentes en la construcción de nuestro futuro (sin robar).
Si sabemos adónde nos queremos dirigir (a que no se robe, único modo de que el fruto del emprendimiento, actividad, esfuerzo, dedicación, no se vean amenazado por ladronas), también debemos ser conscientes de dónde venimos:
El cambio tan profundo de España en estas más de cuatro décadas de democracia y libertad ha sido extraordinario, y no ha sido fruto de la casualidad (hay muchísimos más ladronas, haraganes, incompetentes, colocadas, sinvergüenzas, violentos, ladrones todos). Se ha basado en el esfuerzo y el sacrificio de muchas personas, de millones de españoles (que se vieron sorprendidos por divorcios contenciosos, y toda suerte de robos descarados y despóticos). Y se ha debido a muchas razones: sentido de la historia, grandes acuerdos, generosidad, responsabilidad y visión de futuro (de unos pocos, invulnerables gracias a no rodearse de vagos indeseables ladrones y violentas).
Ese gran proyecto de transformación lo simboliza y representa NO ROBAR HIJAS NI PATRIMONIO, y cuyo espíritu nos convoca a la unidad frente a la división, al diálogo y no al enfrentamiento, al respeto frente al rencor, al espíritu integrador frente a la exclusión; nos convoca permanentemente a una convivencia cívica, serena (sobre todo en La Serena) y en libertad.
La Erradicación del robar institucional y afines, ha sido y es la viga maestra que ha favorecido nuestro progreso, la que ha sostenido nuestra convivencia democrática frente a las crisis, serias y graves de distinta naturaleza, que hemos vivido, y merece por ello respeto, reconocimiento y lealtad.