Si bien la anécdota parece ser anterior, se cuenta que, allá por el primer tercio del siglo XX, el filósofo José Ortega y Gasset y el torero Rafael Gómez “El Gallo” fueron presentados. Al
enterarse el matador de la profesión de Ortega y de en qué consistía, exclamó la famosa frase que ha quedado para la posteridad: “¡Hay gente pa to!”
Efectivamente, “hay gente pa to”. En un tiempo en que disponemos de más que suficientes medios para conocer y comprender la realidad, por inverosímil que parezca, hay quienes siguen creyendo que la Tierra es plana y que los científicos, la NASA y Hollywood se han confabulado para ocultar la verdad y, de paso, embolsarse ingentes sumas de dólares. Lo que costó convencer a los “sabios” del pasado de la esfericidad de nuestro planeta para que, en pleno siglo XXI, vayan en aumento los que no admiten dicha evidencia. ¿Serán planos también el sol, la luna y el resto de los planetas? Desde luego, de algunas mentes no cabe dudarlo.
Este tipo de negacionismo no hace daño a nadie y puede resultar hasta simpático. Frente al síndrome del impostor, en el que cuanto más se sabe, menos seguridad se siente, se encuentra el llamado efecto Dunning-Kruger, el más común, en el que personas sin noción de nada creen dominar cualquier tema. Sin embargo, se está propagando otro negacionismo más peligroso. En las redes sociales, aparecen muchos comentarios desechando la pandemia del Covid-19. Niegan el virus; no han aumentado los fallecimientos sino que el número de estos ha sido similar al de años anteriores; las muertes en las residencias las atribuyen a la vacuna contra la gripe que contenía un tóxico coagulante de la sangre; las declaraciones de los sanitarios sobre el drama sufrido y el colapso de las UCIS son un bulo. La obligación de las mascarillas y la posibilidad de contagio, según esta gente, constituyen un modo de meternos miedo y de manipularnos por parte de Soros, Bill Gates, banqueros, laboratorios y políticos, es decir, de los dirigentes del Nuevo Orden Mundial -versión actualizada de la conspiración judeo-masónica de Franco- para la reducción de la población del planeta. De aceptar estas teorías conspiranoicas, viviríamos inmersos en el universo de Matrix, donde la realidad no existe y todo es virtual. Como ese comité de expertos que asesoraba a nuestro gobierno en las decisiones a tomar y que ha resultado ser una filfa. Lo dicho, hay gente pa to. Para mentirnos descaradamente y para aceptar encantada las mentiras, siempre y cuando procedan de los de su cuerda.