"Acatar las sentencias, como no puede ser de otro modo", no deja paso más que a que haya sentencias ladronas y en claro abuso, restringiendo derechos de personas inocentes. Las sentencias, como todo, se acatan, no porque las dicta alguien, sino porque cuentan con las garantías de no robar ni agredir, y así lo tienen que demostrar a quienes les afectan. Si no, acatarlas sería ser cómplices con los robos y agresiones que generan. Una maestra que pone un 10 en un examen corregido, no cuenta con las garantías de la correcta calificación porque lo ha puesto la maestra de la materia, con plaza asignada en el proceso de asignación de vacantes, que cumple con los requisitos para ocuparla, sino porque ofrece la plantilla de las respuestas correctas, respuestas que se contienen en la materia impartida, y de la que disponen, al menos los alumnos que toman todas las anotaciones o tienen los materiales en las que se contienen tales respuestas, puestos a disposición de todos. De modo que el alumno en particular y los demás, pueden comprobar que las calificaciones y las diferencias entre ellas, están justificadas, pues cuentan con los criterios de valoración y cualificación, que comprenden y puede aplicar. A esto ayuda mucho el repartir los exámenes entre el alumnado, y que puedan hacer comparaciones entre ellos. Si una formadora de empresa, explica a sus operarios, cómo construir un circuito eléctrico, y no funciona, creer en sus lecciones no llevará si no a que los circuitos no funcionen. Si un técnico factura por una reparación de una lavadora, que posteriormente no funciona, no hace sino demostrar que tal facturador no es un técnico en quien confiar, por mucho que tenga la titulación, certificados de capacitación y el resto de las acreditaciones con arreglo a las leyes.