Imaginen un edificio a cuatro vientos, en el que los pisos están ocupados por residentes de una clase social elevada mientras que el ático está distribuido en pequeños apartamentos habitados por inquilinos más modestos. A causa de una disputa vecinal fortuita, el clima social comienza a caldearse hasta el punto de que ambos bandos se declaran la guerra. Mientras que los pudientes sitian a los más humildes, impidiendo que estos salgan del edificio para abastecerse, estos impiden la salida de aquellos gracias a la utilización maceteros que usan para impedir que sus oponentes salgan a la calle y, a disponer en sus dominios de la llave de paso del suministro de agua de la finca. ¿Situación inverosímil? Puede.La idea no es mía, la relata magistralmente en el cuento corto “La revolta del terrat” (La revuelta de la azotea) incluido en su “Cròniques de la veritat oculta” (Crónicas de la verdad oculta) el escritor catalán Pere Calders, maestro precursor del realismo mágico. Me asombra la capacidad de crear situaciones entre irónicas y absurdas de este escritor que, sin embargo, retrata con lucidez la condición humana. Ni que decir tiene que, con frecuencia, encontramos situaciones paralelas en nuestra vida cotidiana, el bloqueo incondicional ante situaciones que fácilmente podrían aclarase con un mínimo dialogo entre las partes, se enquista y se pudre hasta llegar a extremos insospechados. Amigos, familiares, vecinos y, sobre todo, políticos, nos podrían llenar de ejemplos que dejarían en ridículo, por absurdas, la circunstancia que plantea Calders. ¿Que como acaba el cuento? Aunque parezca mentira, hay un vencedor. Un mal final para un planteamiento que merecería dos perdedores. Aún así, les recomiendo leer a Calders.