En primer lugar, quiero felicitar al Ayuntamiento. Desde mi parecer, nunca había visto a Alcañiz tan bonita vestida de Navidad. Seguro que habrá habido críticas, tanto por la estética como por el gasto, pero para gustos, colores y de todo ha de haber en la viña del Señor.
Han sido estas unas fiestas de Navidad --o fiestas de invierno y del afecto al decir de nuestro presidente o las fiestas del solsticio de invierno de la Alemania nazi y otras ideologías- bastante insólitas. Por efecto de la pandemia, las familias no han podido reunirse como en años anteriores y muchos miles lloran la pérdida de algún ser querido víctima del Covid-19.
Y ello sin hablar de las dificultades económicas sobrevenidas. Pertenecemos a la cultura occidental que bebe del pensamiento grecorromano y de la tradición judeocristiana. En Navidad, celebramos el nacimiento de Jesús. Para los cristianos, es Dios hecho hombre y, para los musulmanes, el mayor profeta del Islam después de Mahoma. En el Corán, como en los evangelios, se recoge el nacimiento milagroso de Jesús de una virgen. De hecho, María es la única mujer cuyo nombre se cita en el libro sagrado de los mahometanos con más referencias a ella que en los textos canónicos del cristianismo. Cuando ciertos colectivos hacen mofa de las creencias cristianas, deberían tener en cuenta que, en muchas ocasiones, están, igualmente, ofendiendo al Islam, religión a la que consideran más digna de respeto que la nuestra.
Por fin, hemos dejado atrás este año nefasto y nefando difícil de arrinconar en la memoria.
Con la llegada de las vacunas, el final del túnel se aprecia más próximo. Pero el retorno a los hábitos de antaño tardará aún tiempo. Se precisará la colaboración y sensatez de todos aunque abunden los descerebrados que piensan -es un decir- que la enfermedad no va con ellos y no les importa si con su inconsciencia pueden contagiar a sus padres y abuelos y ocasionar su muerte. Y aparte, los empecinados que niegan la evidencia e ignoran las indicaciones sanitarias.
Muchos creyeron que de esta plaga saldríamos mejores. Se equivocaban. Los malos han seguido siendo malos cuando no peores. Siempre, aflora la vileza humana que trata de sacar
provecho de cualquier situación, por muy penosa que sea, y de los más débiles. En primavera, las personas mayores, con las que el virus se ha ensañado, se vieron violentadas por desalmados que, so pretexto de practicarles la prueba del covid, se ofrecían a visitarlos en sus domicilios y así desvalijarlos con facilidad. Ahora, con el mismo fin, telefonean ofreciéndose a vacunarlos. Ojalá que en el nuevo año recuperemos la normalidad perdida. Deseos y esperanzas no faltan.