Opiniones

Mojo Picón dedicado a Pablo

Viendo a Pablo Iglesias en alguna de sus intervenciones en el Congreso, observo que la estrategia de sus discursos, que otrora escupían una arenga, rozante en lo agresivo, desde su estrado universitario, y para su adolescente alumnado, ahora, casi siempre, ese discurso consiste en llenar el Hemiciclo con el eco de palabras imbuidas de un aura inmaculadamente eclesial y litúrgico, hablando con preciosos sustantivos que irradian valores épicos, y que, si no salieran de su boca, sonarían a música celestial con corifeo de angelitos y querubines a compás del órgano. Palabras como: "Mejora social", "solidaridad", "fraternidad", " anticorrupción", etc....

Pronunciadas todas ellas en un tono suave, bajo, grave, circunspecto y beatífico, cual si fuera el mismísimo Obispo de Sigüenza ofertando su magistral prédica epistolar desde el púlpito catedralicio.

Ya no engaña a casi nadie, salvo a los muy incautos, que por desgracia aún queda alguno, y si sus "afines", más cercanos, los que todavía no le han abandonado, le siguen, puede ser más bien, por el "talón" que por convicción.

Hasta el mismísimo Jesucristo, si volviera, le echaría con ganas del templo como a un vulgar mercader charlatán, pues de todos es sabido que "no es lo mismo predicar que dar trigo".

A pesar de su inteligencia demostrada, porque hay que reconocerle que, tonto, no es, (aunque haya copiado y aprendido modos visionando series en Netfix o HBO), no es consciente de que su mesiánica estrategia oratoria, si no conjuga acorde con la evidente realidad de su praxis, puede convertirse y de hecho deviene en la más ridícula de sus trápalas.

Con la edad, una se va volviendo escéptica y ya no confía en mercachifles vendedores de ningún bálsamo, que no esté científicamente comprobado, ni en salvadores que no vistan uniformes de acreditado servicio social y humanitario.

Otros artículos de opinión

Respeto
Respeto 15/01/2025
Image