Tan pasado de moda está el “A las barricadas” de antaño, como el amor patrio que algunos utilizan para arengar a las masas y convocar manifestaciones bajo ningún lema, ni reivindicación alguna que defienda y proteja a la ciudadanía y sus derechos ganados a pulso.
Deberían sentir vergüenza quienes utilizan unos símbolos que son patrimonio de todas, para vender y hacer calar en el imaginario colectivo sus mensajes de xenofobia, odio y racismo. Mensajes que rompen, enfrentan y separan.
También deberían sentir vergüenza quienes tras banderas, grandes banderas, quieren esconder años de corrupción y saqueo de las arcas públicas, en beneficio propio y en financiaciones ilegales de campañas electorales.
La derecha española y la derecha catalana han tumbado los presupuestos más sociales de democracia española, han impedido que el estado de bienestar llegue a más ciudadanos, y lo han utilizado para impedir que a través del diálogo se dé solución al conflicto político generado con Cataluña.
Han abierto el armario de la ropa vieja, y han aireado el olor a rancio y a naftalina, pero no les valen sus sedas brillantes rojigualdas para ocultar las intenciones de los nuevos salvapatrias.
Frente a los que quieren gobernar en nuestros cuerpos, abolir nuestros derechos, expulsar al migrante y gobernar para los que más tienen, frente a ellos, nos queda el respeto, el diálogo y la sororidad.
Cambiemos el odio, el enfrentamiento y las barricadas, por feminismo.
Porque la revolución será feminista, o no será.