Dudo que mi modesta carta llegue a oídos de este señor, Ignacio Arsuaga (para quién no lo conozca, es el presidente de HazteOir), pero en esta “era digital” todo puede ser, y quién sabe, quizá este señor lea esta carta que le dirijo y me responda a una serie de preguntas que me inquietan enormemente.
De lo que estoy convencido es de que si el señor Ignacio Arsuaga lee esta carta, me responderá amablemente ya que es un amante de la libertad (léase este tuit suyo del 1 de agosto: “...HazteOir se pone al lado de todos los políticos que se atrevan a enfrentarse a lo políticamente correcto y defiendan la vida, la familia y la libertad” por lo que dudo que se moleste por mis preguntas. La libertad por encima de todo.
El motivo de esta carta es porque el señor Ignacio Arsuaga está molesto con Vox porque al parecer en la Comunidad de Madrid y en la de Murcia, Vox ha cedido bastante en los pactos con PP y Cs en su lucha contra lo que denominan “lobby LGTBI”. Y me ha contagiado esta tremenda preocupación que tiene por cómo viven el sexo los demás ciudadanos, y me han surgido muchas preguntas por su sexo.
Paso a formularlas:
Don Ignacio, ¿tuvo usted alguna relación sexual antes de casarse con su mujer, es decir, llegó virgen al matrimonio? Y su mujer, ¿era virgen? Dígame, ¿sólo practica el sexo para tener hijos, o también lo hace por placer? Y si lo hace también por placer, ¿usa preservativos? Y en cuanto a las posturas, ¿cuál le gusta más, la del misionero o le es indiferente? ¿Es usted quien decide la postura y se la impone a su mujer o deja que ella también opine? Vayamos a detalles más íntimos, ¿le gusta la felación?, y si ese es el caso, ¿se lo impone a su mujer o es ella la que lo hace si le apetece? Ah, ¿se bebe el semen? Y usted a ella, ¿le hace el “cunnilingus”? Y qué me dice del “griego”, ¿lo práctica? Y en el caso de que lo practique, ¿le da placer? ¿Y a su mujer, le gusta?. Por cierto, ¿se masturba? Y si lo hace, ¿piensa en su mujer o deja que su imaginación le lleve por otros caminos? Y por otro lado, sabiendo que a ciertos católicos les gusta la mortificación, ¿alguna práctica sado-masoquista que le agrade? O sin llegar a esos extremos, ¿le gusta azotarle el culo a su mujer cuando están copulando?
En fin, no quiero abrumarle con más preguntas, y eso que tengo muchísimas más que me gustaría hacerle a este respecto, me intriga saber cómo es la vida sexual de alguien tan tremendamente preocupado por cómo viven la sexualidad el resto de seres humanos. Pero hay otra cosa que me llama la atención, y es su miedo a lo que llama “adoctrinamiento” en las escuelas (por cierto, ¿el catolicismo no es una doctrina? ¿usted educa a sus 5 hijos o les adoctrina?). Mire, Don Ignacio, llevo 30 años trabajando como docente en escuelas de secundaria, y nunca he percibido que ningún compañero de trabajo intentara adoctrinar a nadie (perdón, sí que hay algún caso, los profesores de religión). Aunque si por adoctrinar usted entiende explicarle al alumnado que cada uno es libre de vivir su sexualidad como le parezca, y que tan respetable como persona es un heterosexual que un homosexual, pues sí, eso sí que ha sucedido, y yo también lo he hecho. Sabe, en mi trayectoria como docente me he encontrado con varios alumnos homosexuales, y hasta con un transexual (al cual hace unos meses le dieron una tremenda paliza junto con su pareja unos salvajes que posiblemente simpatizaban con usted), y le aseguro que no eran enfermos, y eran además fantásticas personas. Y lo que nos ha tocado hacer a los docentes es explicarles a algunos alumnos que no lo tenían claro, que todas las personas nos merecemos todo el respeto independientemente de nuestra condición sexual. Sí, “los adoctrinamos” si usted lo quiere llamar así, y lo seguiremos haciendo, es nuestro deber como docentes. Y es la
obligación por parte de los gobernantes garantizar que eso sucede.
Señor Arsuaga, si las preguntas que le he formulado anteriormente le parecen demasiado íntimas para contestármelas en una carta abierta, lo entenderé. Pero sí que me gustaría que en ese caso me respondiese a otra pregunta que aún me inquieta más que las anteriores: ¿Qué es para usted la libertad?