Repetitivas pesadillas, desagradables sueños que me mantuvieron prácticamente insomne durante dos noches en esos días previos a saber si tendríamos gobierno o nuevas elecciones...
Nunca hubiera pensado que Sánchez e Iglesias me podían dejar en vigilia dos noches seguidas apareciéndose en mis sueños. No es un cuento.
Así que me prometí que tenía que cortar de raíz con la situación. Se acabó escuchar las noticias en la radio, las tertulias, leer la sección política de los periódicos tanto de papel como digitales, se terminaron los telediarios, y vetado totalmente Wyoming.
Fuera los políticos de mi día a día. Por mi salud.
Aunque en algo le voy a hacer caso a Sánchez. Nos pidió a los españoles que le dijéramos con más claridad lo que queríamos. Muy bien, se lo voy a decir, a él y a todos los demás.
Aprovecharé esta oportunidad que me brindan de dar mi opinión, y usaré una papeleta en blanco para explicarle en ella con meridiana claridad, a qué escatológico lugar deseo que se vayan él, Iglesias y todos los demás políticos (salvo unas contadas excepciones, que se podrían enumerar con algunos dedos de una
sola mano).
Y una vez vetado Wyoming con su Intermedio, ¿qué hago mientras me preparo la cena? Y ahí es cuando me acordé de un amigo, que en su día me comentó que le gustaba mucho ver “First dates”, el programa de citas de la Cuatro. En su momento me sorprendió, porque es una amigo al que tengo en alta estima intelectual; lector compulsivo, bastante culto, y se le podría considerar escritor, pues ya cuenta con varios libros publicados... Así que su entusiasta defensa de un programa que yo consideraba digamos frívolo, dirigido a entretener a la gente que no le apetece que le llenen la cabeza con asuntos que huelan a intelectualidad, me llamó la atención.
Como coincidía en horario con El Intermedio, le dí un par de “oportunidades” en aquel tiempo en el que me lo recomendó, y si bien no lo encontré tan insulso como imaginaba y parecía que tenía “algo”, lo dejé estar y le seguí siendo fiel a Wyoming.
Hasta ahora, que decidido a no ver los caretos de nuestros políticos y mucho menos a escucharles, le dí la segunda oportunidad a First dates. Oye, enganchado estoy, que a las 21:30 enciendo la tele puntualmente para no perderme detalle. El otro día salió una pareja encantadora de lesbianas, alegres y dicharacheras, que poco a poco fueron calentando la conversación, hasta que se preguntaron por el sexo y la cosa siguió más o menos así: -A mi me encanta el sexo, me gusta todo, todo lo que me piden lo hago... vamos, que soy una guarra... -Pues yo... la verdad es que soy muy cochina, a mí también me gusta todo... -¿Y tú también tienes un baúl de esos llenos de...? -No, yo tengo un armario... Sus miradas desprendían una pasión irrefrenable, y se intuía que sólo estaban deseando que terminase la cena para irse juntas a comerse a besos. Me encanta que la gente haga el amor, con las
guarrerías que les apetezcan.
En otro momento sacaron a una pareja de ancianos absolutamente adorable. Ella tenía 82 y el creo que estaba en los 81. No dejaron de sonreír en toda la cena, los dos demostraron tener un espíritu tremendamente joven, a la vez que eran perfectamente conscientes de la realidad: los dos sabían que la muerte estaba al acecho para llevárselos más pronto que tarde, y aceptaban que igual sólo les quedaban algunas semanas, o unos cuantos meses, o quizá con suerte unos pocos años... Les daba igual, lo poco o mucho que la vida les quisiera regalar en esta tierra, querían disfrutarlo a tope. Y ya que el azar les había llevado a conocerse en esta cena, decidieron que querían vivir ese tiempo que les quedara, juntos.
Lo reconozco, se me humedecieron los ojos.
Así que entre escuchar las mezquindades de los políticos que nos han tocado en mala hora haciendo que mi bilis se disparé hasta límites dañinos, o ver un programa en el que sin preocuparse de ideologías, edades, ni inclinaciones sexuales, dan la posibilidad a que nazca el deseo, la pasión y el amor, me quedo sin atisbo de duda con este último. Que cada cual vea y escuche cada día a quien le apetezca. Yo ya he tomado mi decisión.