Hace ya más de un año que dejé de enviar comentarios a esta columna. Una noticia devastadora y unos meses muy intensos de hospital, la tristeza y el dolor después que todo pasara, las fases del duelo, que son necesarias para salir de él, y que no sé exactamente en cuál de ellas me encuentro, el verano abrasador…
Me propongo firmemente, si así lo considera la persona responsable del medio, en seguir mandando mis humildes comentarios de la actualidad según mi punto de vista.
Hoy sólo decir que mi inmenso agradecimiento a la sanidad pública y a todos sus trabajadores, por sus servicios el verano del año 2022. Ni una queja del trato y la amabilidad que tuvieron, de su preocupación, la máxima información que nos dieron y la humanidad que tienen.
Los trabajadores del transporte sanitario, que en los múltiples desplazamientos siempre fueron tan amables y tan cuidadosos. A la UVI móvil de Bomberos de Zaragoza y su dotación, por el inmenso favor que nos hicieron. A los del 061 que se conocían mi casa como la suya de las veces que les tocó venir, a nuestro médico del centro de salud, que se mostró tan cercano y preocupado. A Olga y Mª José que estuvieron en esas largas noches de hospital. Al Hospital San Juan de Dios, que hizo posible una ceremonia, que aunque triste, fue muy emotiva.
Sólo tengo agradecimiento. Ojalá todos los pacientes y sus familias tengan las mismas sensaciones que yo. Que no recen para no ponerse enfermos de noche por si no hay ambulancia, que siempre tengan la atención que necesitan, que no les falte la atención sanitaria nunca, ya vivan en un pueblecico o en la capital.
Señores políticos. Pónganse en serio en el tema. A muchos les va la vida en ello.