Hace unos días estuve en Rumanía. Debo admitir que iba con ciertos prejuicios. Pensaba encontrarme unas ciudades sucias, con muchos mendigos y con cierta inseguridad en las calles.
¿Por qué esos prejuicios? Porque aunque la gran mayoría de rumanos que están en España se ganan la vida dignamente, existen mafias de mendigos, existen bandas de delincuentes rumanos y que haya mucha inmigración indica que hay mucha pobreza en su origen.
Sólo he estado en algunas ciudades (Cluj, Sibiu, Bucarest y Constanza), por lo que ignoro la vida en los pueblos. Mi sorpresa, agradable sorpresa, ha sido encontrarme unas ciudades limpias, (muchísimo más que Alcañiz), unos parques enormes y bien cuidados, prácticamente ningún mendigo (creo que sólo vi alguno en Bucarest) y unas ciudades totalmente seguras, sin tener la percepción de que una banda de rumanos me iba a desvalijar. Además gente muy educada, sumamente respetuosa con los peatones en los pasos de cebra, por ejemplo.
En Bucarest estaba viviendo en casa de unos amigos y les comenté mi agradable sorpresa. Lo primero que les dije era que no había visto mendicidad ni delincuencia. Su respuesta fue rotunda: “claro, los mendigos y delincuentes están en España”.
Algunos lo llamarán solidaridad, a mí no me lo parece. Recibimos, mantenemos y damos todo tipo de protección social a los que no quieren en su país de origen.
¿Y en España no hay emigración? Sí. Una gran parte de los que se van de España son jóvenes universitarios bien formados a los que no mantenemos, “aprovechamos”, ni damos protección social.
Creo que algo falla. En este caso deja de ser una ecuación lo de “las gallinas que entran por las que salen”.