Opiniones

Un juguete, una desilusión

Todos los años antes de las fechas navideñas Radio Nacional de España y diversas empresas hacen una campaña con el eslogan “un juguete, una ilusión”. Mucha gente, compra un bolígrafo (el bolígrafo solidario, lo denominan) con el que se financia la compra de juguetes para niños que no pueden adquirirlos ellos o sus familiares.

La campaña mueve y conmueve a gente solidaria pensando en dar una alegría a esos pequeños. Los compradores, sin ninguna duda, son personas que desean llevar una alegría a niños necesitados.

Es el paradigma de la sociedad de consumo con todos sus defectos.

Primero. Los niños no necesitan juguetes para jugar y divertirse. La pobreza no está reñida con la diversión. Los niños para divertirse y jugar necesitan tiempo libre. Todos hemos jugado al escondite, al tres en raya, a carreras, a muñecas con mazorcas de maíz y cientos de juegos más que además de diversión proporcionan una función social de relación.

Segundo. Que a un niño se le facilite un juguete, en muchos casos, si no lo rompe, sirve para el juego solitario en vez del colectivo. Si lo rompe o lo comparte, el mal es menor. Lo peor es que le sirva para jugar a él sólo o para ser el poseedor de un bien que otros niños no tienen.

En cualquier caso el juguete está sirviendo para crear su necesidad de consumo. Cada año querrá un juguete, la necesidad de consumo habrá entrado en sus venas.

Tercero. Si fuera necesario un juguete para un niño, tendría sentido que el dinero destinado al bolígrafo se diera íntegramente al niño, sin más intermediarios consumistas. ¿Por qué hay que fabricar, comercializar y vender un bolígrafo? Todo ese proceso supone un consumo absurdo, grande e innecesario. Se pague por el medio que sea a la empresa fabricante de bolígrafos, supone un derroche tremendo de materiales y recursos.

¿Alguno de los que compran necesitan realmente un bolígrafo? Y si necesitaran un bolígrafo, ¿sería ese?

Llegado a este punto, el socialista solidario de turno dirá aquello de que es necesario mantener los puestos de trabajo de las personas que hacen los juguetes y de los que hacen los bolígrafos. Pues no. No hacen falta, ni lo que producen, ni su trabajo.

(Extraído del libro: “En defensa de la destrucción de empleo”
https://www.amazon.es/defensa-destrucci%C3%B3n-empleo-otras-cosas-ebook/dp/B0714R4C5B/ref=cm_cr_arp_d_product_top?ie=UTF8)

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Respeto 15/01/2025
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