Cristina Marín Chaves. Geóloga/petróloga especialista en Ciencias del Patrimonio.
Llevo meses interesada, apoyando, aportando y trabajando, desde mi rincón del planeta, en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la agenda 2030 de la ONU. Sí ese circulito tan mono de colores que los políticos se cuelgan en forma de pin para dar ruedas de prensa. Me los he leído de cabo a rabo y me suscitan ciertas dudas, la primera de todas es si los mismos políticos de solapa decorada se los creen.
Es una declaración de estupendas intenciones a muy muy corto plazo. Y ahí radica principalmente el problema ¿de verdad se piensan que en menos de diez años van a transformar las sociedades, políticas, nuestros modos de vida, en definitiva, la Humanidad, para conseguir esos objetivos? ¿No se dan cuenta de que proponen un cambio tan radical que dejaría en juego de niños las revoluciones rusa o francesa? ¿No se dan cuenta de que es demasiado tarde?
Pero lo peor de todo es que son necesarios. Tan necesarios como vanas las cumbres que se organizan en torno a ellos. Se están convirtiendo en una estrategia de marketing a escala de grandes empresas, colectivos y gobiernos a costa de colgarse medallas por unos retos que les importan bien poco.
Porque, a ver, ¿Cómo podemos entender que el objetivo número 1 sea el fin de la pobreza y que sea la mayor entidad financiera aragonesa, la misma que sigue desahuciando, despidiendo, cerrando oficinas y dejando al medio rural sin efectivo, sea esa, digo, la que va adornando instituciones con enormes cubos de colores de los ODS? Sí, esos mismos que hablan de trabajo decente y crecimiento económico (8), reducción de las desigualdades (10), ciudades y comunidades sostenibles (11) o paz, justicia e instituciones sólidas (12).
Por no hablar de los objetivos 5, igualdad de género, y 13, acción por el clima. Mucho tenemos que trabajar aún en el primero para lograr esa igualdad efectiva en todos los aspectos incluso en el de nuestro propio derecho a la vida, #nosqueremosvivas, que representamos más del 50% de la población mundial, pero seguimos viviendo bajo unos esquemas patriarcales arcaicos. A todos los niveles, desde el ámbito doméstico a la esfera pública. Es lamentable que necesitemos aún tantos #8M…
En cuanto al 13, acción por el clima vamos tarde, muy tarde. Este planeta ya no espera. Lleva muchos años, décadas, avisando. Y le da lo mismo que fracase la cumbre de Madrid y que se inventen otra costosísima en otra parte del mundo adonde acudirán los líderes políticos y no políticos a discutir mucho y quedarse en nada. Y así una y otra vez. Eso sí, con sus pines de colores en la solapa.
Pero si, como decía el tango, veinte años no es nada, diez para cambiar el planeta, mucho menos. No podemos perder más tiempo. No lo tenemos.