Se está acabando para la gran mayoría de los curritos el periodo vacacional, y sigo viendo con asombro que no hemos aprendido NADA en todo este tiempo raro que nos ha tocado vivir.
Tanto en la montaña, como en la playa, los irresponsables campan a sus anchas. Pocas mascarillas y menos distancia de seguridad. Luego nos asombramos de lo que pasa con la 5ª o 6ª ola de esta pandemia que sigue matando gente.
Pero nada, es veranito, y nos relajamos, como si el virus entendiera de estas cosas y se tomara vacaciones también.
Fiestas, botellones, incumplimientos del toque de queda donde estuviera impuesto… ¡qué más da!, estamos de vacaciones y todo vale. Y como me he vacunado pues eso, que ya está olvidado todo.
Y ni todo el mundo está vacunado todavía, ni por estar vacunados somos totalmente inmunes, y dejamos de tener capacidad para infectarnos e infectar a los demás.
Bueno, ya se que esto es predicar en desierto: el que quiere lo ha entendido, y el que no lo entiende es porque no ha querido.
También nos llegan las últimas noticias, y pésimas además, del drama de Afganistán… No puedo imaginar siquiera el miedo que por ellas y sus hijas tendrán las mujeres de ese país. Corre por la red una foto ilustrativa de un grupo de mujeres con velo islámico primero, que cada vez se va poniendo más negro y cada vez las tapa más hasta fundirse en negro… Qué horror de vida les espera.
Tristemente, parece que poco se puede hacer. Y ni nos enteraremos, porque los talibanes no dejarán que ni un periodista ni un observador pueda contar las atrocidades que se van a cometer. Morirán asesinados y torturados, o como los peces del Mar Menor, asfixiados por la cerrazón de unos cuantos.
Que mal final de verano, creo que no hay ni una buena noticia. Si alguien sabe de alguna que me diga, necesito alegrarme un poco el día.