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José Alberto Pellicer
Cuando se habla de funcionarios se tiende a confundir al trabajador normal y corriente que desarrolla su trabajo con más o menos dedicación, como en cualquier puesto de trabajo, con el que, aún siendo funcionario, desarrolla una labor más vinculada a la política que a la atención al ciudadano. Para que existan estos segundos es necesario que la burocracia esté bien desarrollada, que no quiere decir que sea eficaz.
Los ciudadanos bajoaragoneses, tenemos que soportar, mantener a los ayuntamientos, las comarcas, las diputaciones provinciales, la administración autonómica, la nacional y la europea. Mucho ¿no? Demasiado.
Siempre se suele poner como excusa que es para que la administración esté más próxima al ciudadano. No tiene nada que ver. Hoy la proximidad de cualquier parte del mundo está a una distancia de media docena de clics con el ordenador. Y para las personas que no se manejen con las nuevas tecnologías hace falta una oficina de servicios, pero sólo una, no un ciento con coche oficial incluido.
Estos “funcionarios” que no funcionan, que no dejan funcionar, que no se sabe muy bien qué funciones tienen, pero que mandan, coño que mandan. Mucho. Estos “funcionarios” son los que muy gentilmente prestan su imagen a los profesores, guardias civiles, bomberos, sanitarios, guardabosques,… que sí tienen una función muy concreta que hacer. A no confundirnos.