Opiniones

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A borbotones... así soy yo

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Nuria Julián

¿Por qué   este nombre? A  borbotones…  así  soy  yo.  Simplemente  porque  es  una forma de  definirme  bastante exacta; soy como un torbellino que todo lo  inunda y  luego , poco a poco,  se para. La vida  ante mi mirada  es un todo  o nada, pero nunca  indiferente. Me  considero practica, cándida y astuta,  incomprendida, subestimada y buena gente. Vivo a mi  aire,  y no me gustan las  ataduras eso si,  siempre fiel  a mis  principios. En numerosas ocasiones  tiendo  a pensar  que tengo razón  y por  esto  actuó defendiendo mis posturas  con ímpetu,  aunque  también  puedo entonar  el “ mea culpa” si realmente lo siento; debo de reconocerlo me cuesta …Se  me quiere o se me  odia,  incluso  por las mismas  razones,  puedo estar   a favor  o  en contra   pero nunca  a medias,  soy un  todo  o nada  . Yo creo que  entre  el  blanco  y el negro  hay  colores,  pero   nunca  el gris . En un momento  puedo  parecer contradictoria,  por  defender una  postura  y  en  otras  la  contraria. Pero siempre hay  un  matiz que  aunque  para la inmensa mayoría  no tenga importancia,  para mí  puede  cambiar  por completo  la orientación   y  que se transforme en otra situación diferente…
Ante  todo soy: persona,   mujer, madre, esposa,  trabajadora y amiga ,  el  orden  es lo  de menos  . Creo  que  no  puedo desligar una  de  otra, ya  que cualquiera de  ellas   soy  yo. Espero  que  desde   este rincón  pueda  llegar  a tocaros un poquito el corazón o la sesera, que  os  entretenga ,  ayude  o  simplemente  que estéis  en desacuerdo conmigo.   No  soy  periodista,  ni  pretendo  serlo,  simplemente  me  han dado  la  oportunidad  de poder expresar mis pensamientos y espero   que si  en  algún  momento  puedo  ayudar  alguna  persona  yo  me daré  por satisfecha. Gracias  por  pensar en mi.                          

Los únicos culpables de la crisis

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José Alberto Pellicer

Cuando hay una crisis todo el mundo corre a buscar culpables a su alrededor para descargar sus penas y de paso gritar “yo no he sido”.
Se ha culpado a la banca por haber inflado sus bolsillos. Pues afirmo que no es culpable. Se ha culpado a la construcción por su crecimiento descontrolado. Afirmo que tampoco es culpable. Se ha culpado a los especuladores. Tampoco ellos son los culpables. Y no son culpables los pensionistas, ni los trabajadores, ni los parados, ni los empresarios.
¿Quiénes son los culpables?
En España hay un Congreso y un Senado con más de seiscientos miembros, más 17 parlamentos autonómicos a una media de medio centenar de miembros más, lo que suma entre unos y otros unos 1.500 por legislatura. Todos ellos tienen la función de legislar. Ellos son los responsables de que la banca no tiene límites, porque no se los han puesto. Ellos son los responsables de que la construcción haya campado a sus anchas porque no la han regulado convenientemente. Ellos son los responsables de que los especuladores especulen con todas las de la ley. Porque resulta que esos especuladores eran los que untaban a algunos sus bolsillos, eran los que les permitían ir a fiestas e inauguraciones y hacer inversiones con el dinero que les proporcionaban.
Los únicos culpables son los legisladores. Había que embargar sus sueldos, los bienes que obtuvieron mientras ocuparon sus cargos y mandarlos al paro, pero sin cobrar, que ya se han llevado lo suyo.
El agujero de la crisis que ellos han provocado quedaría en parte tapado con estas medidas.




José Alberto Pellicer

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Gordos y obesos

La capacidad que tiene la publicidad para hacer cambiar nuestros hábitos, nuestro comportamiento y hasta el sentido común es increíble.
Podemos ver infinidad de ofertas publicitarias que nos aseguran que comiendo no sé qué uno adelgaza. El sentido común se pierde y el gordo o la gorda de turno, que es como se ha llamado siempre al actualmente políticamente correcto obeso , muerde el anzuelo y compra el producto.  
La explicación es muy sencilla. El gordo quiere comer y adelgazar. El publicista aúna los dos mensajes y el negocio es más redondo que la barriga de la víctima.
Luego están los más ingeniosos, los que no gastan un duro en publicidad y se forran.  Así surge la dieta de la alcachofa, que no consiste en otra cosa que en atiborrarse a alcachofas durante diez días, que es el tiempo necesario para sacar los excedentes de producción. A veces funciona, porque si se es capaz de seguirla, al tercer día de alcachofas sólo quedan ganas de no comer y de vomitar, pero el cargamento ya lo has comprado, lo tienes en la despensa y el negocio ya está hecho.
Como decía Grande Covián la única comida que no engorda es la que se deja en el plato.  Y a correr, que si se ve menos televisión el culo no hace mella en el sofá.
Y el que quiera ser gordo, a alabarle el gusto.





José Alberto Pellicer

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Sexo de derechas y de izquierdas

Cada vez se hace más necesario definir qué es la izquierda y la derecha cuando hablamos de política. Esta falta de definición está ocasionando problemas en la comunicación y que algunas personas defiendan posturas desde la libertad que son prohibitivas.
Desde la izquierda se defiende que una persona que se siente mujer y nace en el cuerpo de un hombre, se opere y adopte el aspecto y las formas del ser que ha querido ser. Es correcto, se le debe apoyar, otra cosa es si es necesario que esas operaciones sean a cargo de la Seguridad Social, y no el empaste de unas muelas. Ese es otro tema.
Y es correcto que después de operarse se vuelva a sentir incómodo y se quiera volver a operar. La libertad individual ante todo.
Pero hete aquí que algunas personas que son homosexuales, no se sienten cómodos con su sexualidad y quieran volverse heterosexuales, voluntariamente, sin coacción. Para ello acuden a una clínica donde dicen que les van a curar. Eso es de derechas.  No lo entiendo.
Donde existe la libertad individual y la decisión propia. ¿Hay algo más de izquierdas que eso?







José Alberto Pellicer

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En la intimidad

A todo el mundo nos suena lo del motín de Esquilache, aunque no está de más recordar qué ocurrió.  Corría el año 1766. Carlos III, el de la cara de zangolotino, era rey de España. La vestimenta habitual de los madrileños era de capa larga y sombrero de ala ancha. Esa forma de vestir era insegura, porque cualquiera amparado en el anonimato del sombrero y poniendo la capa delante de la cara pasaba a ser una persona a la que no se podía identificar si cometía un delito, además, todos iban vestidos igual. Justo entonces nace el tricornio, que es la forma de unir arriba el vuelo del sombrero. Hubo revueltas en las que también influyeron otras cosas.
Eso ocurrió en el siglo XVIII y ahora estamos volviendo a los tiempos anteriores a Esquilache quienes defienden el uso del burka. No entro en su simbología religiosa. Es un tema de seguridad.  Imaginemos un atracador con el burka, al que no se puede identificar y que sale a la calle a refugiarse entre cientos de burkas. O que de un burka sale una navaja que atraviesa el pecho de un viandante. Ponte a buscar debajo de todos los burkas a ver si adivinas quién ha sido.
Un poco de seriedad. Estas demostraciones, como la del catalán de Aznar, en la intimidad.  







José Sodric

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Es inútil. No nos respetan o simplemente nos ignoran

Cada vez se nota más y más, al mundo agrario se le toma el pelo de la forma más impune, que un bicho sea cual sea, sea más importante que un ciudadano de a pie como es un agricultor, es un disparate que no tiene perdón alguno.

Pero si a de más se pertenece a un sector que es de vital importancia para la subsistencia humana, es aun mas aberrante, se sabe porque es incuestionable que la agricultura y la ganadería son vitales para la vida, pero no se sabe muy bien porque, la sociedad no lo entiende y los de este sector no somos capaces de explicarnos para que nos entiendan.

Pero lo realmente triste es que las personas que ostentan el poder de decisión sobre las cosas, es decir los políticos que por desgracia nos gobiernan tras cada vez que vamos a las urnas, aun nos respetan menos que el resto de la ciudadanía, teniendo que ser todo lo contrario, pues se les supone una educación y saber estar y hacer, que debiera al menos tener en cuenta a este sector primario, capaz de hacer comida para todos y cuidar del medio ambiente para toda la sociedad.

Hoy me toca decir que a pesar de la ruinosa situación del sector agrario, la administración en general para no decantarme por ninguna en concreto, no ha tomado ninguna decisión que pueda paliar en algo o en nada, el desastre en que nos encontramos.

Pero eso si a ralentizado o paralizado las obras del recrecimiento del pantano de Santolea, porque un águila perdicera ha hecho su nido en las cercanías de la obras de la pequeña presa de aguas arriba del pantano, algo muy bonito para la fauna y los ecolojetas de periódico, que siguen defendiendo la fauna y la flora mientras desprecian al ser humano que les da de comer, se que esto es fuerte decirlo pero lo tengo que decir porque me duele en el alma, que una lagartija o un cernícalo sea mas importante que yo.

Otra plaga que se nos hecha encima, además de las que normalmente nos atacan, es el de la superprotección de los animales en estado salvaje, a los que se les protege más que a los agricultores, por lo que proliferan a sus anchas por los campos de cereales, olivos o almendros, para alimentarse, sin que al propietario y agricultor nadie le compense por esas pérdidas, ya se que es muy bonito ver cabras salvajes, conejos o perdices, pero el que les da de comer es el agricultor a su costa, cuando una zona esta declarada como parque natural por ejemplo, si que se compensa aunque mal, pero cuando se salen de las reservas como ocurre con la sierra del desierto de Calanda,  o las vales del pantano del Civan, o cualquier otro lugar no protegido, no hay compensación alguna y ante las quejas del agricultor, no suele haber respuesta, se pasan la pelota del coto a la administración o viceversa y a pagarlo poca ropa, vuelve a plantar y a gastar y cabreate en el bar del pueblo, es lo único que te queda.

Esto solo pasa en esta tierra, la tierra del pasotismo y del que si yo estoy bien, el que venga detrás que arre, que a mi me gusta salir el domingo en bici, caballo o a pie, y cuanto mas bonito y animales haya en el campo mucho mejor, pagar que pague el agricultor.

José Alberto Pellicer

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Mi molesta opinión: todos al circo

El periódico regional Heraldo de Aragón tiene dos firmas impagables. Guillermo Fatás, que durante unos años fue su director y Cano, el humorista gráfico que a veces con frases contundentes nos hacen sonreír, porque no queda más remedio, a la vez que nos da un golpe en nuestra conciencia para obligarnos a reflexionar.  
Recuerdo una viñeta en la que entre dos de sus personajes estaba el siguiente texto: “’¡Estamos perdidos: no tenemos soluciones y se nos acaban los insultos!”
Es para reír, y para llorar. Es la definición exacta de lo que es la política española. Insulta, no dejes al contrario que acabe sus argumentos, o sus insultos, y sobre sus palabras, gritando, le dices “y tú más”.
Cada vez la política se parece más a un gran hermano, a un partido de fútbol de hinchas apasionados que no tienen ni idea de fútbol, donde lo importante son los colores, no las jugadas, donde un jugador es un apestado si juega en el equipo contrario y el mismo, cuando ficha por el nuestro pasa a ser un bendito.
Son ellos, los políticos, los que vilipendian, montan el circo de los insultos pasando directamente de soluciones. Pero no debemos olvidar que el circo tiene sentido si hay espectadores que jalean a unos y a otros. Cuando el circo está vacío se pone un cartel “se suspende la función”. Convendría dar la espalda, que quien acude al circo contribuye con su dinero y con su presencia.

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