Pasadizos de Alcañiz
La historiadora del Arte alcañizana Teresa Thomson, una buena amiga también, destaca de la casa de los Ram en un informe sobre las casas más importantes de la ciudad lo siguiente: "Se trata de una casa palaciega de grandes proporciones de la que se conserva únicamente su fachada principal y unas interesantes estructuras subterráneas. En la fachada se distingue una primera etapa constructiva, localizada en su planta baja y realizada íntegramente en piedra sillar. Esta parte del edificio se modificó posteriormente al abrirse los vanos que hoy se conservan. Este edificio se estructuraba en cuatro plantas: planta baja y tres superiores. Hoy, únicamente conserva tres. Sobre su gran portada puede verse el escudo familiar. En su interior se encuentran diversas estructuras subterráneas de interés: un aljibe, bodegas y pasadizos vinculados a la red que recorre la plaza de España y la calle Mayor. (...) La historia de este edificio está unida a una de las familias nobiliarias de más "peso" en Alcañiz: los Ram (Ram de Viu, Ram de Montoro). Su historia se remonta al siglo XII, con don Pedro Ram, valeroso capitán de Alfonso I. Durante el siglo XIX, los Ram se definieron claramente a favor de la causa carlista y parece ser que este edificio lo reconstruyeron precisamente para poder acoger al conde de Montemolín, pretendiente al trono. El fracaso del "intento carlista" invalidó este proyecto y se duda, incluso, de que esta obra se llegase a concluir".
Autor: Javier Zardoya.
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Volviendo al reportaje de Sancho Timoneda de abril de 2000, en él ya se hace referencia al famoso libro del historiador matarrañense Santiago Vidiella. Se trata de la obra 'Florilegio de nobles tierrabajinos', escrito en 1925 y editado por el Ayuntamiento de Alcañiz en 1993. Este libro es clave en el asunto que nos ocupa porque es el único documento escrito hasta la fecha en el que se deja constancia de que la posible existencia de pasadizos que comuniquen distintas zonas de la ciudad no sea tan sólo una leyenda urbana. Al hablar de la casa de Ram, hoy convertida en un improvisado parquin para vehículos y de la que tan sólo queda su fachada principal que da a la calle Mayor, esto es lo que dice Vidiella: "(...) Yo hallo otro fuerte indicio de la principalidad de la casa de Montoro -también conocida como Ram o Ram de Víu- en el hecho de que llegó a mover la fantasía popular haciéndole suponer una comunicación subterránea y misteriosa, en Alcañiz, entre el castillo y la residencia de esta familia. En una descripción antigua de la fortaleza, se lee, en efecto: "lo más memorable de dicho castillo es una mina que sale al palacio del Conde de Montoro, en el centro de la ciudad" (...)".
No sabemos a qué descripción antigua de la fortaleza se refería Santiago Vidiella, pero de encontrarla, en ella podría estar parte de la clave para seguir la pista de este túnel o "mina". Durante mis años en Alcañiz investigué todo cuanto pude de este supuesto perdido documento. Ni en los archivos de Zaragoza ni en los de Teruel había constancia alguna de su existencia. Tampoco entre los papeles y documentos privados de Vidiella que se conservan en el Archivo Municipal de Alcañiz. Quizá una búsqueda más exhaustiva en ellos pueda arrojar algo de luz a este interesante asunto.
Autor: Javier Zardoya.
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El fotógrafo alcañizano Juan Inglés (FotoRío), también gran amigo mío y al saber de mi interés por el asunto, me facilitó estas imágenes, que documentan perfectamente el estado en que se encontraban estas estructuras subterráneas en noviembre de 1994.
Tras grandes esfuerzos, trabajo en condiciones penosas, y mucho dinero invertido, el espacio pasó a convertirse en una referencia turística para la capital bajoaragonesa y, hoy en día, sigue siendo la atracción más visitada de la ciudad, por encima incluso del Castillo calatravo.
Para limpiar y desescombrar todo ese espacio tras siglos de abandono se perforó el suelo de la plaza de España y, mediante una cinta transportadora, pudo empezar a recobrarse parte del legado histórico que hasta entonces permanecía en el olvido. Esta fotografía en la época de los primeros trabajos que se conserva en la exposición 'Alcañiz oculto' así lo atestigua.
Autor: Javier Zardoya.
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Eso era en 1994, sin embargo, catorce años antes, un grupo de jóvenes del Alcañiz de entonces ya se interesó por desescombrar esta parte de la historia de Alcañiz que permanecía oculta. Según un recorte del periódico 'Alcañiz' del 7 de enero de 1980 que me ha hecho llegar gentilmente Jesús Ponz Zapater, un buen amigo y gran amante de la historia alcañizana, un grupo de seis personas pertenecientes al Grupo Scout se internaron por una de las bocas de los pasadizos que dan al Ayuntamiento.
Según explica un tal 'Peque', firmante de dicho artículo, debajo de la plaza de España encontraron dos grandes salas con unas dimensiones de unos 3 metros de alto, por 3 metros de ancho, por 6 metros de longitud (seguramente la actual nevería). Aquello les pareció un nudo o enlace con el resto de seis tramos de túneles que recorrían subterráneamente la ciudad que a continuación detallaban en el artículo:
- Uno en dirección a la calle Mayor pasando por el antiguo local del Casino (hoy casa Maynar), la Caja de Ahorros (actualmente Palacio de Ardid), cruzando el río Guadalope por debajo, hasta llegar a la iglesia de Santo Domingo.
- Otro en dirección a los porches de la plaza de España, Colegio de Escolapios y después subía hasta el castillo calatravo.
- Otro en dirección a la calle Alejandre, que pasaba por la iglesia del Carmen, la iglesia de San Francisco y después salía de la ciudad.
- Otro que discurría bajo la calle Vieja Guardia (Mercado) "hasta llegar un poco más allá de la fuente de Santa María (debajo del instituto Bajo Aragón)". Según sus informaciones, este pasadizo se bifurcaba y tenía otra salida cerca de la plaza de toros.
- Otro más que subía en dirección a la colegiata Santa María La Mayor.
- Y finalmente "este en el que estamos que va desde la plaza de España al Ayuntamiento, y desde aquí al Castillo pasando por la antigua casa del Barón, hoy local del Casino".
Aquellos jóvenes citaban nada menos que seis tramos distintos que confluían en el nudo de debajo de la plaza de España. No sabemos si para elaborar la información recopilaron todas las leyendas que circulaban por la ciudad y las fundieron o pudieron comprobarlo por ellos mismos recorriendo los túneles por ellos mismos. Personalmente tengo mis dudas de que pudiesen recorrerlos dado el estado en que se encontrarían en 1980 como se puede ver en las imágenes de Juan Inglés, a pesar de que en el artículo ya explican que "durante la guerra se utilizaron como refugios, pero una vez terminada ésta se utilizaron para verter en ellos los escombros ocasionados por las bombas, por lo que actualmente se encuentran un poco tapados". Y citan que en "el tramo que va desde el Ayuntamiento hasta diez metros más allá del buzón (se supone que desaparecido actualmente), incluyendo las dos grandes salas, se calcula unas 30 toneladas de escombros".
El proyecto que este grupo de jóvenes perteneciente al grupo Scout de Alcañiz presentó al Ayuntamiento de aquella época se limitaba a un estudio detallado de sus recorridos "investigando minuciosamente la manera de poderlos abrir al público, que es la verdadera finalidad que persigue este Ayuntamiento". Y adelantaban que "el próximo verano (1981)" en caso de que fuese aprobado el proyecto por el Ayuntamiento, se iniciarían las obras de restauración "junto con todos los voluntarios que se presentaran".
Según lo que parece, esta interesantísima iniciativa y proyecto que presentaron aquellos jóvenes en 1980 no fue aprobado por el Ayuntamiento de entonces y quedó olvidado en el cajón de los temas pendientes; sin embargo, la historia demostraría más tarde que lo que habían hecho era adelantarse en quince años a la historia.
Treinta años después de aquellos jóvenes pioneros, así está es el estado actual de la nevera medieval y de los diferentes tramos de pasadizos que discurren bajo la plaza de España de Alcañiz:
Autor: Javier Zardoya.
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Todas las historias tienen un comienzo, y ésta, no es ninguna excepción. En 1995, por casualidad, como suelen ocurrir en muchas ocasiones, se descubrió una bodega bajo la Lonja del Ayuntamiento de Alcañiz. Fue el punto de partida. El arqueólogo alcañizano José Antonio Benavente, buen amigo mío, aparte de controlar el trabajo arqueológico durante ese proceso inicial, elaboró un informe donde detallaba los avances. Años más tarde, lo contaba en un reportaje a doble página cuando todavía trabajaba en el periódico La COMARCA la periodista bajoaragonesa Maribel Sancho Timoneda, también amiga mía y una de las mejores profesionales del ramo en Aragón.
En él se explican las primeras labores de desescombro y trabajo arqueológico que realizaron los miembros de la brigada de obras del Ayuntamiento de aquel entonces. En los años 2009 y 2010, con las eternas obras de rehabilitación de la calle Mayor de Alcañiz, se añadió un pequeño tramo que se desescombró entonces, y que discurre bajo la calle, para dar un nuevo acceso por la plaza Cabañero, aparte del habitual, que se realiza por la Oficina de Turismo ubicada junto a la Lonja.
Autor: Javier Zardoya.
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En la histórica ciudad de Alcañiz (Teruel) una leyenda urbana ha pasado de generación en generación. Los nietos la han escuchado de sus abuelos y padres y estos a su vez la oyeron de los suyos. A veces, durante largas épocas, la leyenda parece dormitar; se esconde entre la niebla de la historia para resurgir después todavía con más fuerza. Es la leyenda de los pasadizos, una supuesta red de túneles que recorría la ciudad conectando algunas de sus más importantes construcciones como el Castillo calatravo, la ex colegiata y algunas de sus numerosas iglesias. Hay quien afirma incluso que un ramal de estos pasadizos cruza por debajo del río Guadalope. Algunos aseguran que durante su niñez los recorrieron. Mito o realidad, durante mis dos últimos años como periodista en la capital del Bajo Aragón Histórico decidí investigar sobre la leyenda.
"Siguieron; y como D. Beltrán intentara quitarle de la cabeza la pueril creencia de los caminos subterráneos, obra de la Edad feudal, dijo Nelet que a la tradición debía tal creencia y otras análogas, como la parte fundamental que toman en nuestra vida las potencias invisibles, ora sean ángeles, ora demonios. Replicó el anciano que la tradición era una vieja loca, que había sido poetisa; pero que ya con la edad chocheaba; y Santapau contó que su madre, natural de Ares del Maestre, el riñón del Maestrazgo, hablaba de las galerías secretas entre los castillos de la Orden de Montesa y los monasterios de frailes y monjas, como si las hubiera visto y reconocido de punta a punta. Tomó la palabra Urdaneta para denegar tales absurdos, asegurando que si había pasadizos bajo tierra, eran cortos, y sólo servían para unir los castillos con algún reducto cercano, caminos naturales del arte antiguo de la fortificación. Respecto a la Orden de Montesa, de quien fue propiedad aquel territorio que veían, y otros mayores en grandísima extensión por todo el reino alto de Valencia, dijo que él era caballero de dicho Hábito; pero que ya tales caballerías eran una ficción de vanidad, porque todo lo substancial de ellas se lo había tragado el tiempo insaciable, que va devorando, devorando, y no siempre crea cosas nuevas con que sustituir a las pasadas".
‘La campaña del Maestrazgo’, Benito Pérez Galdós.
Autor: Javier Zardoya
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