Pasadizos de Alcañiz
Durante las obras de rehabilitación del templo (iglesia Santo Domingo) entre 1997 y 2003 se encontraron numerosos enterramientos humanos en algunas de sus criptas y varios hallazgos arqueológicos como estelas y lápidas funerarias, fragmentos de su antiguo retablo barroco, o un buen número de piezas cerámicas.
Sin embargo, no aparecía ni rastro de esa supuesta entrada al famoso pasadizo que discurría por debajo del cauce del Guadalope. Si alguna vez había existido, o se encontraba bajo toneladas de hormigón o de escombros o se encontraba en otro lugar cercano como el antiguo convento, que se destruyó a finales de siglo para construir un bloque de pisos.
Autor: Javier Zardoya.
Más información en: http://zardoya.blogspot.com/p/pasadizos-de-alcaniz.htm
Según Fernando Navarro Abizanda, en 1957, cuando él tenía alrededor de unos 12 años, accedían desde la iglesia de Santo Domingo a esta bodega cruzando el río Guadalope por debajo.
En la iglesia de Santo Domingo existía en aquella época un taller mecánico de la familia Bajador en su interior y junto a la entrada había una especie de rampa o escaleras que daba acceso al túnel.
Este era el aspecto, a mediados de los años 90, gracias a unas fotos que me ha hecho llegar el fotógrafo alcañizano Fernando Navarro, del interior de la iglesia de Santo Domingo antes de su rehabilitación en el actual 'Atrivm'.
Navarro me comentó que, en su niñez, junto a sus compañeros Jesús Bajador (hijo del dueño del taller), Enrique Vilchez, Miguel Ángel Remón y Paco Calpe, cruzaron a través de él por debajo del Guadalope a la luz de unas velas. Recuerda que el túnel era de piedra, construida en grandes bloques, y que en ocasiones caían algunas gotas de agua del techo. Al final del trayecto salían a través de la bodega del número 48 de la calle Mayor.
Sin embargo, por lo visto, el padre de Bajador y dueño del taller debió de enterarse de esta incursión subterránea de los chiquillos y decidieron tapiar ambas entradas en 1957, es decir, la del número 48 de la calle Mayor y la del taller que se ubicaba en el interior de la iglesia de Santo Domingo, donde posteriormente según me dijeron varias fuentes también se vertió hormigón debido a un hundimiento en el piso.
Autor: Javier Zardoya.
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A lo largo de los años 2007 y 2008, no fueron pocas las ocasiones en que tanto Isabel Cester como la Asociación de las Aljamas insistieron al Ayuntamiento de Alcañiz para que retirase esas gravas, tal y como era su responsabilidad subsidiaria.
Absolutamente nada de lo solicitado por estos vecinos se hizo por parte del Consistorio alcañizano al respecto. Durante los más de doce meses en que la calle Mayor estuvo en obras, yo también insistí ante no pocos políticos y técnicos del Ayuntamiento alcañizano para que se aprovechasen ese momento para limpiar la bodega, pero el resultado fue el mismo.
Así las cosas, había que actuar. Y es que había buenas razones para seguir investigando en esa bodega. Tanto Isabel Cester (84 años), como Fernando Navarro Abizanda, otro buen amigo de Alcañiz, me aseguraron que al final de ese túnel existía una pared de cemento que se tabicó a finales de los años 50 que comunicaba con la red de pasadizos de Alcañiz.
Autor: Javier Zardoya.
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En algunas partes la bodega también albergaba unas extrañas marcas o inscripciones que no conseguí descifrar. Parecían como trazadas con carboncillo o madera quemada. El símbolo de la cruz y de algunos números hacían pensar que no eran unos simples grafitis trazados por chiquillos.
Tras una primera curva a mano derecha, el túnel - bodega encara unos seis metros totalmente rectos en perpendicular a la calle Mayor y la fachada del edificio. Su final se sitúa cinco metros fuera del recinto de la vivienda, justo en medio de la calle Mayor.
La primera vez que entré en ella este es el aspecto que tenía en su parte final.
Como se observa, estaba prácticamente colmatada de gravas y apenas quedaba medio metro hasta el techo. Según me explicó su propietaria, Isabel Cester, a quien tengo que agradecer la paciencia y atención que ha tenido siempre durante estos últimos meses, la bodega se inundó en a finales del año 2007 al romperse una tubería que discurre por el centro de la calle Mayor.
Bien, pues durante ese reventón el agua debió arrancar parte de la cúpula de ladrillos del techo de la bodega y arrastró numerosas gravas a su interior, como se observa en las imágenes.
Autor: Javier Zardoya.
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Bajando por una nueva escalera que parte de ahí se accede a otras estancias subterráneas: una amplia bodega de unos cuatro metros de altura construida con sillares y bóveda de mampostería de ladrillos, y otra pequeña bodega anexa a la anterior.
Bajando de nuevo por esas escaleras se accede a otra bodega en forma de túnel. Como poco se encuentra a cinco metros por debajo del nivel de la calle y del patio de la vivienda. Se trata de un espacio escavado en el conglomerado de gravas y margas que conforma la terraza fluvial donde se asienta la calle Mayor y los barrios de Santiago, Mazador y Almudines.
Posteriormente –posiblemente alrededor del siglo XVIII- fue revestida de ladrillo cocido y sillares de piedra para prevenir posibles derrumbes. Tiene 11 arcadas abovedadas, seis a mano derecha, cuatro a la izquierda y una al fondo, conformando uno de los subterráneos más originales del Alcañiz subterráneo que le hace asemejarse a las catacumbas.
Así estaba este espacio el 10 de febrero de 2010 cuando me lo mostró por primera vez su propietaria, Isabel Cester.
Autor: Javier Zardoya.
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Buscando pistas sobre esta fantástica historia del pasadizo sumergido bajo el Guadalope llegué en otra ocasión hasta otro edificio de la calle Mayor. Es el número 48 y en él invertí gran parte de mis esfuerzos en esos dos años durante la investigación.
El edificio es una preciosa y enorme casa solariega de tres pisos que se ubica subiendo por la calle a mano izquierda. Al menos cuatro familias viven en él desde hace décadas. Sin embargo, es la octogenaria Isabel Cester la propietaria del espacio que juzgué más interesante para la investigación sobre los pasadizos: sus bodegas.
El espacio subterráneo está dividido en varias estancias.
Tras acceder por el patio, unas escaleras a mano izquierda dan acceso a una primera bodega. Es de escasa altura, apenas 1,70 metros, y el techo es de hormigón. Justo encima se encuentra un garaje que da directamente a la calle Mayor. También se encuentra debajo de un búnker, utilizado durante la Guerra Civil española, que posee dos salidas: una directamente al patio principal de la casa y otra a la zona donde antiguamente se ubicaban los establos.
Autor: Javier Zardoya.
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He aquí unas imágenes -cortesía de mi amigo el fotógrafo alcañizano Paco Climent- sobre el estado de la bodega del edificio antes de su reforma así como de ese pasadizo que partía en dirección perpendicular a la calle Mayor.
Como se observa, tras el delgado tabique que recubría la bodega de la Casa Julve se encontraba un acceso a un pasadizo o caño que iba en dirección a la calle Mayor. Según el informe se encontraba repleto de escombros y no se realizó una limpieza para averiguar hasta dónde se dirigía.
Personalmente, tengo serias dudas de que continuase mucho más de lo que se ve a simple vista debido a que la bodega estaba a escasa profundidad con respecto al nivel de la calle.
Hasta donde yo sé tras entrevistar a varias personas, esa entrada se cegó al encofrar totalmente la bodega para reforzar el conjunto del edificio durante las obras de rehabilitación. Sin embargo, es muy posible que el pasadizo continúe estando ahí. Durante las obras de reforma de la calle no fue detectado debido a la escasa profundidad de la zanja que se realizó en esa parte de la acera.
El arqueólogo José Antonio Benavente también se pronunció en este sentido: "La bodega estaba totalmente reformada con pilares de ladrillo y vigas de hierro para sujetar el forjado de la planta baja donde estaba la antigua ferretería. Esta bodega fue totalmente reformada y utilizada como almacén de la ferretería Julve en el siglo XX, y ocupaba solo la mitad derecha del edificio (visto desde la c/ Mayor) constituyendo una planta semisótano (no subterránea) ya que para su construcción el suelo se excavó parcialmente aprovechando el desnivel de la calle. Desde el punto de vista arqueológico o histórico, en mi opinión, no tenía especial interés. Con respecto al caño o pasadizo que estaba cubierto de escombro y que iba en dirección a la calle Mayor, debe conservarse intacto bajo la acera de la calle frente al edificio ya que en el transcurso de las obras de reforma de la C/ Mayor no se detectó, en la profundidad excavada, ninguna estructura subterránea en esa zona".
Quizás una exploración futura de este espacio, sabiendo de su ubicación, pueda aportar más información y ayude a desentrañar parte de la leyenda de los pasadizos alcañizanos.
Autor: Javier Zardoya.
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