Opiniones

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Aquéllos maravillosos años

Cuántas veces he oído que antes, y no hace mucho de eso, era más fácil ser emprendedor. Lo
suelen decir aquellos, ahora ya jubilados, que en sus tiempos fueron valientes, se liaron la
manta a la cabeza y arriesgaron lo poco o mucho que poseían. Solo tenían que alquilar un
local o acondicionar el que les habían dejado en herencia sus abuelos y ponerse a trabajar.
Los impuestos no eran ni mucho menos los que se pagan ahora, los trámites administrativos y
burocráticos eran pocos y sencillos, y no existía internet,... ¿qué cosas verdad? Todo era tan
sencillo como llenar la tienda de género, esperar a que la gente pasara por la calle y se
decidiera a entrar. Los más osados y visionarios eran los que hacían publicidad ¡Fíjate qué
cosa!
¿Y ahora qué? Pues todo lo contrario. Emprender es casi un deporte de riesgo, en el que
arriesgas no tu vida, pero si tus ahorros. Ahora es mucho mas difícil abrirse paso de forma
autónoma en esta jungla llamada globalización, en la que todo el mundo vende de todo y en la
que hay que saber de todo. Tienes que saber de atención al cliente, de redes sociales, de
posicionamiento web, de publicidad, de informática, de facturación... vamos que casi tienes
que ser un lumbreras.
Digo que tienes que saber de todo porque la mayoría de autónomos no pueden invertir en
subcontratar todo lo que hemos hablado antes, el presupuesto es limitado. Si te llevan la
contabilidad, no te pueden llevar las redes sociales, si te gestionan tu web, no puedes
contratar para que te redacten contenido.... y así con todo.
Cómo se echan de menos aquellos maravillosos años.
 
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Talibanes

Dicen sus detractores, que tienen una mentalidad cimentada en lo mantenido durante muchos siglos. Como todos, ¿no? A renglón seguido se gestiona la campaña de acogimiento de exiliados en España y otros países. Se les compara con los exiliados republicanos, acogidos con recelo en Francia, por aquellos a los que se tildó de albergar en su seno, vicios morales que desembocaron en el colapso de la convivencia con los acogidos. Y de guerra a guerra, los muertos al hoyo y las vivas, al bollo. Es más que posible que los modos democráticos, crearan la acumulación de ingresos, que estrangulaban con despotismo sin ilustración, a hombres y mujeres prescindibles. Mujeres colocadas, que básicamente, se aprovechan, y en su inoperancia, no atienden a razones, y sus neuronas se complacen en cortar comunicación, y que los abusos sigan produciéndose. Siendo así, los llamados talibanes, que al menos conforman una estructura cohesionada con lealtad y respeto, resultan ser quienes combaten los robos y violencias irresistibles infligidas por dictadoras, del género cleptómano, que hacen la vista gorda y oídos sordos, en consonancia con no hacer nada cuando roban y matan a otros. Al fin, de la misma condición que quienes se sumaron a la república, que suponía que la mayoría dependiente y desagradecida, codició los poderes públicos, para crear o modificar impuestos, y cultivar la connivencia con toda suerte de ladrones y maltratadores colocados por su lealtad sin escrúpulos, a menudo placeres enfermizos y crueles. Claro, cuando les someten a la verdadera justicia, tienen muchas huellas que borrar, tantas, que quienes tengan acceso a los expedientes e historiales, testigos y testimonios fundados, van a descubrir lo que fueron, degradadas y deshumanizados, tiranos y déspotas esquilmadores.

Y ante la perspectiva de ser tratadas como trataron, huyen. Pero allá donde lleguen, llevarán toda una vida ladrona y genocida, que no tardará en aflorar. Sobre todo si hay, a quienes tales capacidades les sean útiles.

Pasear por Chiprana

He estado en Chiprana un par de veces en poco tiempo. Es una población que visito al menos una vez al año para participar en la carrera de Los Lobos que hacen en fechas navideñas.

Tenía tiempo y he estado paseando por sus calles. He disfrutado paseando, además de los encantos que cualquier chipranesco dirá de las maravillas que esconde, sobre todo he disfrutado de su orden, de su limpieza y su decoro.

Paseé por prácticamente todas las calles y sólo en un rincón vi una bolsa de plástico, unas hojas de árboles y unos papeles. Hacía viento y parece ser que toda la suciedad del pueblo había ido a parar allí.

Hasta las casas abandonadas, están abandonadas con dignidad. Las calles están asfaltadas y adoquinadas, manteniendo una estética común por todas partes. Ni una hierba ni una planta que no hayan sido previamente plantadas y cuidadas. En un solar abandonado, se habían encalado las paredes de alrededor y se había puesto una canasta de baloncesto, haciendo de lo que podía ser un nido de ratas, hierbas y suciedad, un rincón de juegos.

Y es que para mi desgracia vengo de Alcañiz, una ciudad abandonada, sucia, llena de hierbajos, con un casco antiguo por el que se siente vergüenza del penoso mantenimiento, donde un solar abandonado lo es en el sentido más estricto del término para que allí crezcan hierbas, amenacen paredes, medre la suciedad y acercarse sea una aventura llena de riesgo.

Chiprana contaba con unos 1.700 habitantes y ahora supera ligeramente los 500. Eso quiere decir que tiene un casco urbano más de tres veces superior a los habitantes que acoge.

¿Hasta dónde sería capaz de llegar Alcañiz con este mantenimiento si tuviera un casco urbano de 45.000 personas con la dejadez actual? Sería un escenario perfecto para películas de terror. Ahora sólo llega a películas de miedo, pero todo se está andando.

De la Edad de Oro a la saturación

Las plataformas de contenidos audiovisuales en streaming nos salvaron a más de uno el confinamiento. Series a mansalva, algunas películas de nueva factura y otras más antiguas pero que revisitamos con igual avidez, dibujos animados para las horas muertas en las que los pequeños de la casa se alteraban más,... En definitiva, cientos de materiales fueron introducidos con puntualidad digamos que británica en Netflix, Amazon Prime, HBO o Disney +, por citar las más populares, y nos entretuvieron durante los días más extraños del año 2020.

Al parecer también aumentó el número de páginas leídas de libros. Y no olvidemos la cantidad de eventos culturales online que se emitieron durante aquellos días. Los grupos ofrecían conciertos confinados y se retransmitían eventos culturales sólo accesibles anteriormente de manera presencial y previo pago. En definitiva la cultura fue un oasis de paz en medio de la tormenta. Y con el paso de los meses la realidad nos ha demostrado que sigue siéndolo y que además lo es de un modo seguro.

Así pues las circunstancias de la pandemia supusieron el lanzamiento definitivo para las cuentas de resultados de gigantes del entretenimiento como Netflix. Resultados que habían ido “in crescendo” en los últimos años gracias a la edad de oro televisiva que las plataformas de cable americanas habían iniciado a mediados de la primera década de este siglo.

Los grandes clásicos de culto televisivos de HBO datan de principios de los 2000: Los Soprano, A dos metros bajo tierra, Hermanos de sangre, The wire,... Todas ellas fueron en parte detonantes del cambio de consumo televisivo. Las series de televisión dejaron de ser B para entrar en la élite del buen gusto cultural.

Primero los más seriéfilos éramos los que nos volvíamos locos por buscar la forma de ver los capítulos nuevos. Con la llegada de la televisión de pago en España estos contenidos se fueron haciendo más accesibles aunque seguían siendo caros para muchos bolsillos. Y en 2004 se estrenó la serie que lo cambió todo: Perdidos. Es en ese momento cuando realmente empezamos a conocer y sentir lo que es el “hype” televisivo, las ganas de más, el enganche absoluto a un producto audiovisual. Vamos justo la estrategia que con el tiempo Marvel por ejemplo ha perfeccionado aún más.

Semana tras semana durante siete temporadas hordas de fans nos hinchamos a elucubrar acerca de qué pasaría en el siguiente episodio de aquella serie de ciencia ficción y aventuras totalmente original y maravillosa. Con el final mejor correremos un tupido velo.

Luego llegó más madera con Mad Men, Juego de Tronos, House of Cards, The Walking Dead, Breaking Bad,... y el consumo de series de calidad masivo ya era una realidad que se extendía como la pólvora. Y entonces, concretamente en 2015, Netflix llegó con su sistema de televisión bajo demanda y a precio popular y dio una nueva vuelta de tuerca.

A partir de ahí ya podíamos ver lo que queríamos todo de golpe y cuando quisiéramos.

Conocimos el concepto de “atracón de serie”, o lo que viene siendo, aquello de “un capítulo más y a dormir”. Y aunque aumentó exponencialmente la cantidad de contenidos la calidad empezó a flojear. Para mí ese fue el punto de inflexión a partir del cual dicha calidad ha caído en picado. Está claro que en 2021 tenemos productos maravillosos que nos sorprenden como la deliciosa Mare of Eastown que se ha marcado HBO esta primavera, y que recomiendo encarecidamente con Kate Winslet de protagonista, pero realmente estos diamantes son escasos y se encuentran con cuentagotas en un mar de contenidos inagotable en el que el usuario se pierde “zappeando” por la pantalla de su tablet o smart TV antes de caer dormido.

La saturación actual en mi opinión conlleva a un cambio de tendencia sobre el consumo televisivo nuevamente. El futuro del mercado audiovisual está ahora marcado por las grandes productoras de cine que han apostado por los estrenos simultáneos en salas de sus producciones y en streaming al mismo tiempo con un suplemento de coste. Ejemplo reciente el de Viuda Negra de Marvel. Se puede ver en cines y también en casa en opción “prime”. Saben que la batalla está decantada hacia las plataformas televisivas y los autores cada vez se dejan seducir más por los proyectos que éstas les proponen. Muchos empezaron hace tiempo como productores simplemente, como Martin Scorsesse en Boardwalk Empire y otros ya hacen de “showrunners” de series para la televisión sin complejos como David Fincher en Mindhunter. Todo cambia y aún cambiará mucho más. El mundo audiovisual como el mundo en general está muy muy revuelto.

Deprisa, deprisa

Somos presa de la prisa, huéspedes de un tiempo acelerado. Necesitamos vivir tan deprisa que solo nos queda tiempo para vegetar perdiendo la ocasión de disfrutar de las pequeñas cosas que, al fin y al cabo, son las que proporcionan la felicidad. Lo queremos todo al instante. Pedir y, sin ninguna demora, recibirlo. Así, estamos educando. Lo que no debería ser.

Las cosas que valen cuestan. O costaban. Hoy día, se obtienen gratis.

Las cuatro estaciones climatológicas de toda la vida han desaparecido. Pasamos directamente del invierno al verano y viceversa. Algo parecido sucede con tradiciones que, antaño, tenían su propia época del año. Gracias a la velocidad de las transportes, podemos consumir las frutas y verduras, antes de temporada, en cualquier momento. Igual que las tortas de Pascua que ya se despachan durante todo el año. Hasta no hace mucho, la lotería de Navidad, se ponía a la venta unos tres meses antes del sorteo. Ahora, se encuentra disponible el primero de julio. Aunque el motivo es aumentar las ventas e incrementar los ingresos de la siempre insaciable y codiciosa Hacienda. Vigo y Orense preparan, en pleno estío, las luces navideñas. Unos grandes almacenes, desde mediados de agosto, nos recordaban “la vuelta al cole”, amargando los últimos días de vacaciones. Este año, han adelantado un mes la reserva de los libros de texto.

Libros de texto que, según parece, resultan innecesarios por lo que dejarán de editarse. El ministro de Universidades se ha mostrado contrario a la memorización dado que toda la información se encuentra en internet. Y si, además, se puede pasar de curso con ocho asignaturas suspendidas y sin asistir a clase, para qué comprar los manuales. El dinero que se ahorrarán las familias así como el Estado que podrá suprimir las becas para libros. La naturaleza también lo agradecerá. La de árboles que salvarán sus vidas. Los ecologistas estarán contentos; la desaparición de los libros de papel contribuirá a frenar el cambio climático. Según algunos expertos, la repetición de curso traumatiza y produce efectos negativos en la autoestima de los alumnos. No se menoscabó mucho la del ministro de Cultura y Deporte. Tras matricularse cinco veces en el primer curso de Económicas, hubo de abandonar la Universidad por no aprobarlo. Otro ejemplo de que no es preciso estudiar para triunfar en la vida, al menos en la vida política.

¿Alquilas o enloqueces?

Esta es la pregunta que se deben hacer aquellas personas que tienen una segunda vivienda y tienen intención de sacarla al mercado inmobiliario de alquiler. Alquilar un piso parece sencillo, pero son muchos los trámites que hay que hacer si lo quieres dejar todo bien atado y luego no tener problemas con tus inquilinos y no digamos todas las veces que tienes que enseñar un inmueble hasta que al final lo alquilas.

Como bien dice el título del artículo, tienes dos opciones. Contar con un profesional del sector inmobiliario, en este caso has elegido la opción "alquilas" o lanzarte a la piscina (a veces sin agua) y hacerlo todo por tu cuenta, en cuyo caso has elegido la opción de "enloqueces".

Cada cual tiene su trabajo y las inmobiliarias uno de los servicios que ofrecen es la gestión de inmuebles para alquilar. ¿Sabes todos los trámites hay que hacer en un piso de alquiler? Pues son unos cuantos y no se solucionan en una tarde, y en dos tampoco.

¿Cuánto vale tu tiempo? Seguro que has respondido que mucho.... pues por eso las inmobiliarias cobran, por hacer su trabajo. Se hacen visitas con los interesados, se redactan los contratos, se piden citas, se cambian suministros, etc....

Piensa que al final tienes que destinar un tiempo en gestionar tu piso de alquiler, que o bien lo tendrás que quitar de tu tiempo de trabajo pidiendo vacaciones o quitar de tu tiempo libre, que aún es peor.

Muchas veces se ve a las inmobiliarias como el malo de la película, pero ni mucho menos. ¿Por qué digo esto? Pues muy sencillo, porque ayudamos tanto al propietario como al inquilino en todos los trámites que hay que hacer, para que ellos se desentiendan de todo y solo disfruten.

El propietario de su renta de alquiler y el inquilino de su nueva vivienda.

Al final tú que decides, ¿alquilar o enloquecer?
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¿Podrá controlar sus nervios un rato, o qué?

Vamos a proteger a la infancia y la adolescencia, entregándolas a quienes no generan ingresos, no pueden integrarlas en sus equipos de trabajo, y ni saben qué es la maniobra de Heimlich. Y sobre todo apartándoles de quienes tienen dinero que robar, consintiendo secuestros efectivos permanentes sin revisión ninguna, para rodearlas de un amplio abanico de parásitas y carroñeros. Vamos a implantar en las fábricas el sistema democrático, que la mayoría, decida cómo hacer lo que no saben, y forme parte de la normalidad, que finalmente partan y repartan, según su capacidad de intimidar y destruir. Eso ya pasó, la mayoría dependiente, pensó en el sistema impositivo, con el que sacar dinero desde el gobierno salido de unas elecciones, en el que vale igual el voto de quien no sólo no ejerce dirección ni organización de nada que genere ingresos y excedentes como para remunerar al resto con lo que les permita cubrir sus necesidades y hacerse acreedores de la parte proporcional de lo que haya, sino que vive a costa de otros, sin la menor vocación de contraprestación, que el de quien puede y quiere dinamizar a miles, sin robar a ninguno. Es contrarrevolucionario perpetuar a la guardia pretoriana, en funcionariado sometido a un férreo despotismo jerárquico, sin atender a razones, vaya, mandada por quienes impiden el acceso a las funciones justas, a quienes no tienen un largo historial de abusos y tropelías, que asiente una masa neuronal que haga imposible morder la mano que robó y le dio de comer, "pa" siempre. "No es que quiera faltarle al respeto, no es eso. Es que no soporto que me den órdenes, nada más" (Pulp Fiction).

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