1. Todo el mundo sabe que, y les consta, que ETA ha dejado de atentar. Y es sabido que jueces siguen perpetrando divorcios no consensuados a razón de 7.522 el último trimestre de 2023, la cifra más baja de toda la serie histórica durante la democracia, que se suman a todos los anteriores que se prolongan año tras año, sin fin. Atentados de bandas terroristas, así descritas por funcionarias, no se cometen, desde hace... ni se sabe. Robos y violencias de personas integradas en instituciones, cada día, cada hora, sin parar. 2. Ahorcar, apalear, vapulear, zarandear un muñeco, atribuyéndole parecido, pues la identidad no está meridianamente clara, no supone robar ni someter a violencias a ninguna persona, ni siquiera a ningún ser vivo. Las sentencias, porque lo digo yo, para robar y someter a violencias a perpetuidad, a quienes les consta que no roban ni agreden a nadie, a nadie, no solo a mujeres o cualquier otro colectivo, a nadie, sí lo suponen. 3. El Estado, las administraciones públicas territoriales son como... una cubitera. Las llenan quienes a menudo se emborrachan con cubalibres, ladrones y violentas habituales, por lo general. Y se llenan constantemente por quienes, diríamos, se vuelven fríos como el hielo, indolentes a las violencias y robos en los que participan. 4. No es extraño que el Rey haya dicho a Leonor, que siempre se ha de guiar por la Constitución, porque la Corona está allí incluida, aunque no diga con su presupuesto... gordo, para ser símbolo de la unidad y permanencia de la nación española. Lo que no acaba de asumir es que todos los compatriotas han de tener en la carta magna, un porvenir para si y sus herederas, en el que no les falte presupuesto para el desempeño de funciones, igual de integradas. 5. La independencia de un poder del Estado, como el judicial, es un anacronismo obsoleto, mientras los demás emanan de elecciones, cuya función, no lo olvidemos, es corregir las desviaciones sobre el interés general y el bien común, referido a contar con los medios para cumplir funciones útiles sostenibles. 6. El estado de derecho es un fantasma, no existe, en tanto siga produciendo robos y violencias, evitables, básicamente toda ocasión de robar o someter a violencias en toda normativa. 7. "Tú, busca, en las bases de datos y registros, a ver qué encuentras de este individuo, al que queremos robar y someter a atentados, que yo voy a despotricar de EHBildu y aquellos con los que llega a acuerdos". 8. Un patriota manda asesinar a otro, premiando con colocar otra chapa en la chaqueta, y el complemento dinerario correspondiente, además de la anotación en el expediente de su carrera, llamado a ocupar 165 páginas en algún caso erudito. ¿Y la víctima a la que no le queda otra que matar o morir, no es un héroe, como los militares? 9. "Quien lastima a una mujer, profana a Dios, porque es nacido de una mujer" Bien entendido si tal mujer no está lastimando (robando y sometiendo a violencias, sin excluir parricidios) previamente, ché boludo. 10. La desobediencia de quien se niega a robar y someter a violencias, va a cambiar de denominación para llamarse integridad. Un cambio muchísimo más necesario para erradicar maltratos, que cambiar disminuido o minusválido, por discapacitado, que es una tontada, propia de eso, que no cumplen los requisitos para ejercer la acción política, tendente a optimizar intercambios y trabajos, para una convivencia pacífica y sin robos. 11. Yo no digo nada, y lo digo todo, pero no alcanzaría a quitar y poner presidentes del gobierno de España, si no hubiera presidente del gobierno, que gestionara más de la parte proporcional de los presupuestos nacionales, proporcionales a su respaldo electoral, en que cada voto valga igual, o sea tantos votos en España, igual proporción de gestión gubernamental con la parte de presupuesto correspondiente. 12. Y digo más, donde sigue el brote epidémico del independentismo, igual, que sólo administren la parte de presupuesto, que les otorguen sus votantes, no todo.
Opiniones
En la Grecia clásica, el olivo simbolizaba la inmortalidad, la vida, la fertilidad, la victoria y la paz. Según la leyenda, Atenea, diosa de la guerra y de la civilización, y Poseidón, señor de los océanos, competían por el patronazgo de Atenas. La disputa alcanzó tal vehemencia que el propio Zeus hubo de intermediar imponiendo a los rivales una prueba; quien la venciera conseguiría el premio ambicionado. En primer lugar, Poseidón clavó su tridente sobre una roca de la que manó un manantial de agua salada. Seguidamente, Atenea golpeó la roca con su lanza y brotó un olivo. Los atenienses juzgaron más beneficioso el árbol del que podrían obtener alimento, aceite e iluminación, entre otras utilidades, y encomendaron a la diosa la protección de la ciudad que tomó su nombre.
Desde antiguo, el aceite de oliva ha tenido usos religiosos. Con él se ungía a los reyes y personajes bíblicos. En Grecia y Roma servía de ofrenda y sacrificio para los dioses. En la Iglesia Católica se utiliza en la administración de sacramentos como el bautismo, la confirmación, la unción de los enfermos o el orden sacerdotal y para consagrar a papas y obispos.
Asimismo, el aceite de oliva se emplea en medicina y en cosmética, aspecto este desaprovechado en nuestra zona. Igual que el melocotón. ¿Por qué no fabricar jabones y perfumes y organizar jornadas gastronómicas y ferias de ambos frutos como en otros lugares con superior visión comercial?
España es el mayor productor mundial de este tesoro conocido como oro líquido. Hoy puede llamarse verdaderamente así al aceite de oliva virgen extra (AOVE); en el último año sus precios se han disparado en el mercado europeo liderando nuestro país su encarecimiento, más de un 52%. La causa se atribuye a la mala cosecha causada por la sequía y las altas temperaturas. Si disminuye la oferta, aumentan los precios. Para la presente campaña se vaticina idéntica situación aunque el bajo rendimiento no sea general. El AOVE se ha convertido en un artículo de lujo. Tanto que, en algunos supermercados, las botellas que lo contienen llevan precinto como los licores de marca.
Otro peligro que afecta al olivo y al campo en general es la sustitución de campos de cultivo por parques fotovoltaicos y eólicos. En un pueblo malagueño han arrancado 20.000 olivos para plantar placas solares. Algo que se generaliza en la España vaciada junto a las trabas a la ganadería. Todo ello agrava la despoblación y nos hace dependientes de la agricultura extranjera; ya lo somos energética e industrialmente. Acabaremos pobres y comiendo insectos pero ecológicos.
Llega el momento clásico de hacer balance del año natural; de uno de enero a 31 de diciembre, porque ya saben que el año judicial o escolar, empiezan y terminan en septiembre, como otros, lo hacen en otros días o meses; y de los parámetros o conceptos, que a cada actividad caractericen; que huelga decir llegan a ser de unas, antagonistas de los de las otras, en vez de confluir, digamos, al bien común, de modo que el intercambio de excedentes, se imponga a robarse unas a otros, violentamente. Así que, no sólo vamos a indultar a quienes no han robado ni agredido en relación con el proces, sino que se va a amnistiar a todos los sometidos a divorcios contenciosos, y toda suerte de embargos, porque lo dijo su señoría, o la autoridad impenitente, sin atender a no robar ni someter a violencias en sus sentencias. Y además se va a poner fin, a que quienes hayan sido objeto de resoluciones de expedientes disciplinarios en clara prevaricación, dejen de ser apartados porque no cumplen el requisito de no haber sido sancionado mediante expediente disciplinario en cualquiera de las administraciones públicas; porque se ensañaron con las víctimas, y se regodearon con la colaboración necesaria de los agresores (agrupando a una caterva de variedades y géneros, con la característica común de sumarse a robos y violencias, con premeditación, o impulsividad, y con alevosía, preferentemente, o la impresión de tenerla). Y no sólo van a ver desaparecer tales antecedentes, sino que quienes se concitaron para atentar con ellos, no vuelvan a incurrir en anteriores abusos impunes, celebrados, y causa de encubrimientos mutuos, e incitación a seguir con las violencias descaradas. Y los robos, sí, y los robos. Y no, no es imprescindible tratarles como trataron, sino hacerles una oferta que no puedan rechazar, dignificarse, no implicándose en robos y violencias. Y es que las bestias pardas vienen siendo gregarias, más por avicentamiento, que por confluencia de liderazgos independientes... o autónomos.
El pasado 6 de diciembre celebramos el cuadragésimo quinto aniversario de la constitución.
Una larga vida únicamente superada por los 47 años de la de 1876. La historia de España ha sido profusa en constituciones, ocho, además de dos proyectos y de una carta otorgada. A diferencia de otros países como Estados Unidos que sólo han tenido una, la de 1787, la todavía en vigor.
En 1808, tras las abdicaciones de Fernando VII y de Carlos IV, Napoleón cede la corona de España a su hermano José I, “Pepe Botella”, e impone la carta otorgada de Bayona. En plena Guerra de la Independencia, se reúnen las cortes en Cádiz y redactan la primera Constitución española aprobada el 19 de marzo de 1812, la Pepa. Derogada por Fernando VII al regreso de su exilio, volverá a estar vigente durante el Trienio Liberal tras el golpe de estado de Riego, en 1820.
Fallecido el rey felón, la regente María Cristina buscó el apoyo de los liberales para asegurar el trono a su hija Isabel II frente a las pretensiones carlistas. Así, en 1834, se promulga el Estatuto Real, de carácter moderado, que finiquitó el antiguo régimen. En 1837, un motín militar forzó a la reina madre a restablecer la Constitución de Cádiz y a convocar cortes constituyentes que elaboran una nueva carta magna progresista. La sustituyó la moderada de 1845. De la posterior sublevación progresista, nació en 1856 una nueva constitución que no llegó a promulgarse a causa de otro golpe de los moderados. En 1868, la revolución destronó a Isabel II. La nueva constitución progresista de 1869 instaura como rey a Amadeo I de Saboya. Este abdica en 1874, proclamándose la I República, cuya constitución tampoco llega a ver la luz al fracasar, a los once meses escasos, el experimento republicano. La siguiente constitución de 1876, moderada, pervivirá hasta el golpe de estado del general Primo de Rivera en 1923. La constitución de 1931 de la II República será progresista.
Tras la muerte de Franco, se pasa pacíficamente de la dictadura a la democracia en un proceso modélico conocido como la Transición. En diciembre de 1976 se vota en referéndum la Ley de Reforma Política que ponía fin al Franquismo. La extrema derecha pedía el no y la izquierda -que propugnaba la ruptura- la abstención. Esta fue del 23%. El 94% de los votantes lo hizo a favor. El Parlamento elegido redactó la norma suprema actual.
Hasta entonces, cada partido que subía al poder, por lo general tras un golpe de estado, alumbraba su propia carta magna. La Constitución de 1978, por el contrario, fue fruto del diálogo y del consenso; todos los partidos mostraron generosidad y cedieron en sus aspiraciones. Y ha sido la única de nuestra historia refrendada por el pueblo. Votó el 67% del censo y la ratificó casi el 88% de los sufragios. En Cataluña, con una participación algo superior al resto de España, se mostró a favor más del 90%. Las dos Españas se amnistiaron y dejaron de helarse mutuamente el corazón, como escribió Antonio Machado. Durante su vigencia, España ha experimentado su mayor periodo de paz y de desarrollo. Sin embargo, en los últimos años se ha abandonado el espíritu de concordia de la transición y se han reactivado las dos Españas. ¿Por qué no aprendemos de la Historia y se vuelve al diálogo sin cordones sanitarios ni barreras? Diálogo de todos con todos y por el bien de todos.
Cuando los atentados del 11 de marzo, la entonces oposición, rodeando las sedes del PP, gritaba que España no merecía un Gobierno que mintiera. Hoy, casi veinte años después de aquella sangrienta tragedia, las cosas han cambiado y, por lo visto, España sí se merece un Gobierno que mienta. Nadie lo puede negar. Otra cosa es que lo justifiquen. Sánchez hace todo lo contrario de lo prometido en la campaña electoral o en los debates televisados ante millones de espectadores. Si fuera una empresa comercial se le podría acusar de publicidad engañosa.
A no cumplir los compromisos, ahora, se le llama cambio de opinión. El Gobierno cambia de opinión dependiendo de si las circunstancias le benefician o no. Lo que hoy es negro, mañana puede ser blanco y viceversa. Sánchez declaró reiteradamente que no pactaría con Bildu, brazo político de la banda terrorista y ultraizquierdista ETA, y pactó; aseguró que no podría dormir teniendo en el Consejo de Ministros a Podemos, una formación comunista que aspira a implantar un sistema bolivariano, y a los dos días de las elecciones la abrazó con arrebatado entusiasmo. Y ha estado roncando bien plácidamente durante toda la legislatura. En la recién estrenada, comparte mesa y prebendas con la misma ideología totalitaria aunque vestida, si no de Prada, sí de marca.
A lo largo de los últimos años, el presidente y sus ministros y ministras han aseverado, a veces vociferantes, que la amnistía era anticonstitucional y Puigdemont un fugado de la Justicia.
Pero hete aquí que, de un día para otro como por arte de birlibirloque y ante la necesidad de los siete votos del partido de la burguesía catalana, heredero de la Convergència de Pujol, transmutado en progresista por su condición de separatista, lo mismo que el PNV, la amnistía se ha convertido en plenamente constitucional y Puigdemont, en un exiliado. Para más inri, nos enteramos que estaban negociando desde meses antes de los comicios municipales.
Sánchez también ha conseguido otro prodigio, que los separatistas colaboren en el progreso y la prosperidad de la nación que, según ellos, les oprime y roba. Todo sirve para que no gobiernen las derechas. El dirigente socialista Largo Caballero amenazó, en 1936, que si ganaban las derechas irían a la guerra civil. Ahora no se ha llegado a tanto. La representante de Junts per Catalunya, el partido de Puigdemont del que depende la gobernabilidad del país, en su intervención en el debate de investidura, retrató a la perfección al presidente al espetar que su palabra no vale nada y que sólo le interesa el poder y que es capaz de aliarse con quien sea para conservarlo. Pero a la gente no le importa y se muestra encantada de que la engañen. Como dijo George Orwell: “En una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario”. Y de odio para los mentirosos.
Está el personal enfadado. Muchos no saben muy bien por qué, pero el clima de tensión de los políticos nos llega al resto del pueblo, y vemos caras de cabreo, gestos de enfado y mucha hartura.
Se pelean en la tele, en la radio, en el parlamento, se llaman de todo menos bonitos/as, se utilizan palabras gruesas para descalificar al enemigo, que no adversario…
Esa tensión llega al culmen en la calle con algunas manifestaciones que parecen sacadas del NODO, con cánticos que nos recuerdan a la más negra historia de España, esa España que algunos quieren revivir, con la policía corriendo detrás de los manifestantes, los “grises” por el color de su uniforme les llamábamos entonces y más tarde de los “maderos” por el mismo motivo, uniformes marrones. Ahora habría que llamarlos los azules oscuros o los negros… Esa España que los que participan en esas manifestaciones ni siquiera conocen, porque no habían ni nacido. Y corriendo detrás de los “rojos”, evidentemente, que la “gente de bien” no salía a la calle a protestar. Sólo a alabar al dictador.
Tenemos una crisis institucional ocasionada por una ley de amnistía de la que ni siquiera sabemos el contenido, ya que ha de ser redactada, pasar por las Congreso, más tarde por el Senado, vuelta al Congreso… que se apruebe… Pero por si acaso nos curamos en salud y salimos a la calle a gritar que se rompe España, como si eso fuera fácil.
Yo no quiero la amnistía, pero desde luego lo que no quiero de ninguna manera, porque yo era joven, pero aún me acuerdo, es que otro señor con bigote y uniforme militar decida sobre vidas y haciendas de los ciudadanos de este país.
Ya he escrito alguna vez que los partidos –algunos más que otros- son como sectas donde la voluntad del gurú se considera “palabra de dios” que debe ser aceptada indiscutiblemente. El caudillo siempre tiene razón, diga hoy una cosa y mañana la contraria, pacte con quien pacte o acuerde lo que acuerde. Los camaradas acatan sumisos sus consignas y aplauden con fervor so pena de no salir en la foto y perder la poltrona y las sinecuras que dependen del capricho del patrón.
Para evitar el uso arbitrario del poder y proteger la libertad y los derechos de los ciudadanos, Montesquieu, filósofo francés del siglo XVIII, formuló la teoría de la separación de poderes del Estado sin que ninguno dominara a los otros. En España, tal división no se cumple. El Legislativo está sometido al Ejecutivo. El jefe del Gobierno, hasta ahora, lo era también del principal partido del Congreso. La autonomía del Judicial contrarrestaba la concentración de los poderes. Pero ya se encargó Felipe González de enmendar la cuestión en 1985. Los 20 miembros del Consejo del Poder judicial, antes elegidos en su mayoría por los propios jueces y magistrados, lo que facilitaba su independencia, pasaron a ser designados la mitad por el Congreso y la otra mitad por el Senado con lo que se da el “obsceno espectáculo de unos políticos eligiendo a los jueces que los pueden juzgar”, Ruiz Gallardón, ministro de Justicia de Rajoy, dixit. El Partido Popular, con dos mayorías absolutas, no hizo nada pese a llevarlo en su programa electoral. Todas las instituciones han sido tomadas al asalto. Algunas, con la complicidad del PP. El Tribunal Constitucional garantiza que ninguna norma legislativa contradiga a la llamada ley de leyes.
El portavoz del PSOE en la frustrada investidura de Feijoo ha declarado que “en la Constitución cabe lo que el Constitucional dice que cabe”. Conociendo su composición y a quien lo preside, no hace falta ser Rappel para predecir el resultado de cualquier votación. La guinda la ha puesto el fiscal general del Estado -ya sabemos de quién depende- al afirmar que no puede enfrentarse al Gobierno para no beneficiar a la oposición. Así las cosas, el Ejecutivo tiene las manos libres para obrar a su antojo. Todo será constitucional y legal.
Poco hay que hablar de la imparcialidad del cuarto poder, los medios de comunicación. La mayoría de la gente se informa exclusivamente a través de la televisión y las grandes cadenas, salvo contados periodistas, le bailan el agua al Gobierno. No hace tanto tiempo, hemos vivido bajo un régimen que reunía todos los poderes en las manos de un único individuo. Y tenemos el ejemplo actual de los países regidos por la ideología de ultraizquierda de parte de los ministros en funciones.
Sánchez puede decir como Cisneros: “Estos son mis poderes y con ellos gobernaré”.