Opiniones

Opiniones

Chapurriau

Mis abuelos hablaban chapurriau. Mi padre sólo lo chapurreaba porque pasó su infancia y juventud fuera de La Fresneda, su pueblo. Gran parte de los vecinos de casa de mis padres en la avenida Maestrazgo de Alcañiz hablaban chapurriau pues procedían de pueblos vecinos. Todos ellos se referían a la lengua que hablaban como chapurriau, sin ningún complejo.

Nunca escuché a ninguno de ellos decir que hablaban catalán, como mucho, cuando lo definían, decían que era una mezcla de valenciano, de catalán, español y palabras propias.

A mediado de los años setenta, del siglo pasado, muchos jóvenes que hablaban chapurriau se fueron a estudiar a Barcelona. Cuando volvieron les dijeron a sus padres, a sus hermanos, a sus tíos que se habían quedado en el pueblo que no hablaban chapurriau, que eso era un término despectivo, que lo que hablaban era catalán. Entonces, los que dejaron de decir que hablaban chapurriau, como no hablaban exactamente catalán, comenzaron a decir que hablaban catalán oriental u occidental o de la franja o catalán con localismos. Nadie cayó en la cuenta de que en Barcelona hablaban chapurriau, pero mal, como los que con sus palabras y expresiones quieren darse aires de señoritingo.

La diferencia entre el occitano y el catalán posiblemente sea menor que entre el catalán y las diversas variantes del chapurriau, pero un buen día del siglo diecinueve los catalanistas, entonces media docena, dijeron que ellos no hablaban lo mismo, que lo suyo era catalán. Sin embargo actualmente, dentro de los delirios pancatalanistas dicen que los occitanos también son catalanes porque hablan la misma lengua.

Corresponde a la manipulación del lenguaje con fines políticos.

Según los nacionalistas los países catalanes están formados por las gentes que hablan catalán. No están formados por los que hablan occitano o chapurriau o valenciano o mallorquín o andorrano, porque sino el mundo en vez de girar alrededor suyo giraría en otro eje distinto o simplemente no giraría, porque no hace falta que gire con esas
 referencias.

Si la Corona de Aragón hubiera sido la Corona Catalana su discurso sería distinto. Como no existió, con esa intención de manipular a través del lenguaje, le llaman la corona catalonoaragonesa, un ente falso que no ha existido nunca con el que intentan hacer girar la historia alrededor del centro que marcan ellos. Es la manipulación cultural para que después de conseguir “su independencia” pasar a “conquistar” Mallorca, Valencia, Occitania, Andorra y parte de las tierras del Bajo Aragón.

La burguesía catalana, esa tan independentista, hablaba español y consideraba el catalán como el hablar de los payeses, de los incultos.

Está aceptado que los valencianos hablan el valenciano, los catalanes el catalán, pues que acepten que en estas tierras se habla el chapurriau y los filólogos que hagan su trabajo, pero que en ningún caso quiten del diccionario que el chapurriau es la lengua hablada en una parte de Aragón.

No olvide pedir el recibo

Esta es una de las primeras lecciones al estudiar la compraventa dentro de la gestión administrativa: pedir recibo de los pagos realizados, y archivarlos a buen recaudo, para evitar nuevas reclamaciones de deudas, por error o mala fe, de modo que si la acreedora infundada no atiende a la exhibición del recibo, lo haga a requerimiento de la autoridad mercantil judicial, y miembras de los cuerpos y fuerzas de seguridad, que protejan contra robos y violencias. Pero la virtud que hace decenios se forjó, ha caído en el olvido, dejando paso a funciones jurisdiccionales que no atienden a pruebas documentales, en todos los casos. Y la imaginación de las guardianas del orden, vuela fuera de los límites del, no robarás, y el no matarás (extensible a cualquier tipo de violencia). Así, sentencian robar, en actos descarados evidentes, como los divorcios contenciosos, concitando a ladrones y violentas, que al describirlos con palabras que no incluyen robar, les parecerá que engañan, o tal vez que al imponerlo por la fuerza desde el cargo, lo convierten en acto de justicia inapelable. Al principio remiten documentos que describen los embargos realizados, a quienes no han consentido, ni han recibido nada que sustente deuda pendiente ninguna. Recibos de algún modo. Cuando ya roban sin atender a sentencia, ya se precipitan a no emitir documentos de lo que roban. En el banco dirán que tuvieron que dejarse robar, sin reclamar justificante. Recibo de algún modo. Y el personal del banco, ya saben que hace años que no envía justificantes en papel, de los cargos admitidos, alegando cuidado al medio ambiente u otra perorata, o nada. Recibos al fin. Y así, un día, con más fortuna que Teseo para escapar del Minotauro en el laberinto, y sin Ariadna que ayude, descubres, que el convencer a la divorciada contenciosa, de que no informe a su exmarido de las cantidades recibidas; recibo al fin; ni de nada, lo que subyace es que ni ella sepa lo que están robando; y ni se interese, dado que le dan algo a cambio de nada; salvo exponerse al ajuste de cuentas; con el recochineo, hasta de mostrarle el modo de calcular ella misma, la pensión de alimentos, en la web del Consejo General del Poder Judicial, mediante aplicación on-line de facilísimo uso. Y le darán lo que ella misma ha comprobado, por ejemplo 184 euros al mes, si ella no tiene ingresos, y su exmarido 480, sin que quepan suplementos por vivienda, educación, minusvalías o gastos extraordinarios, mientras a él le roban 1170 al mes, 36270 euros sin atender a sentencia, o lo que les dé la gana, todo lo que haya, y cuanto antes, mejor. Y todo, todo, sin recibos, qué digo, sin prestaciones que justifiquen la reclamación de dinero. Para no mandar documentación desde juzgados, lo que hacen es inscribir en el Registro de Rebeldes Civiles, se llama así. Y lo hacen sin justificación, pues saben perfectamente dónde tienen su domicilio sus víctimas, ya se lo dicen guardias civiles, y otros colaboradores oficiales o simpatizantes de partido.

La censura que viene

G. K. Chesterton, escritor, filósofo y periodista británico que vivió a caballo de los siglos XIX y XX, advirtió que llegaría el momento en que sería “necesario desenvainar la espada para defender que el pasto es verde”. Ese momento ha llegado. Ya hace tiempo que vivimos sometidos a una inquisición que no quema -todavía- al disidente pero lo condena a una muerte social. Es peligroso expresar una opinión discordante con los dogmas de la corrección política que nos imponen.

El ayuntamiento progresista de Getafe y el Getafe CF han retirado al estadio municipal de esta ciudad madrileña el nombre del exfutbolista Alfonso Pérez, denominación que ostentaba desde hace un cuarto de siglo, por manifestarse contrario a la equiparación salarial del fútbol femenino. Sus declaraciones han sido tachadas de machistas y, en las redes sociales, muchos han aplaudido la decisión poniéndole como chupa de dómine. Ha expuesto su punto de vista con la que se puede estar de acuerdo o en desacuerdo. Vivimos en un país libre, de momento.

No se trata de distinguir entre hombres y mujeres sino de quiénes llenan los estadios y consiguientemente generan superiores ingresos. El fútbol se ha convertido, además de en un espectáculo, en un negocio que mueve millones y millones de euros y, hoy por hoy y se quiera o no, el balompié masculino resulta inmensamente más lucrativo que el femenino.

Por la norma de “a igual trabajo, igual salario” todos los jugadores de un equipo o de una categoría deportiva deberían cobrar idéntico sueldo. Todos entrenan, todos juegan y todos se esfuerzan por alcanzar la victoria. Pero unos juegan mejor que otros y atraen a más espectadores. El partido de un equipo contra el Real Madrid o el Barcelona no congregará el mismo público que si se enfrenta con el último clasificado.

Parece lógico que los mejores deportistas y que proporcionan mayores beneficios ganen más.

Similar criterio se aplica a los artistas.

No comprendo cómo todavía no se les ha ocurrido aplicar la paridad en el mundo del deporte en el que hay mujeres equiparables a los hombres y no desentonarían jugando juntos. El problema sería el número de espectadores que acudirían a los encuentros. Tertulianos de televisión que no vivieron los 80 y 90 o eran entonces pequeños, hablan de la censura de aquellos años. Sin embargo, en aquellos años había más libertad que ahora en que es preciso andar con pies de plomo con las palabras pues todo el mundo se ofende por cualquier cosa. Hoy, no se puede decir lo que se piensa y hay que pensar muy bien lo que se dice. La censura que viene y lo que vendrá después.

Más de un año

Hace ya más de un año que dejé de enviar comentarios a esta columna. Una noticia devastadora y unos meses muy intensos de hospital, la tristeza y el dolor después que todo pasara, las fases del duelo, que son necesarias para salir de él, y que no sé exactamente en cuál de ellas me encuentro, el verano abrasador…

Me propongo firmemente, si así lo considera la persona responsable del medio, en seguir mandando mis humildes comentarios de la actualidad según mi punto de vista.

Hoy sólo decir que mi inmenso agradecimiento a la sanidad pública y a todos sus trabajadores, por sus servicios el verano del año 2022. Ni una queja del trato y la amabilidad que tuvieron, de su preocupación, la máxima información que nos dieron y la humanidad que tienen.

Los trabajadores del transporte sanitario, que en los múltiples desplazamientos siempre fueron tan amables y tan cuidadosos. A la UVI móvil de Bomberos de Zaragoza y su dotación, por el inmenso favor que nos hicieron. A los del 061 que se conocían mi casa como la suya de las veces que les tocó venir, a nuestro médico del centro de salud, que se mostró tan cercano y preocupado. A Olga y Mª José que estuvieron en esas largas noches de hospital. Al Hospital San Juan de Dios, que hizo posible una ceremonia, que aunque triste, fue muy emotiva.

Sólo tengo agradecimiento. Ojalá todos los pacientes y sus familias tengan las mismas sensaciones que yo. Que no recen para no ponerse enfermos de noche por si no hay ambulancia, que siempre tengan la atención que necesitan, que no les falte la atención sanitaria nunca, ya vivan en un pueblecico o en la capital.

Señores políticos. Pónganse en serio en el tema. A muchos les va la vida en ello.

La vida de nosotros

“La vida de los otros” es una película alemana del 2006 que, al año siguiente, logró el Óscar a la mejor producción de habla no inglesa. La acción transcurre durante los últimos años de existencia de la República Democrática Alemana -país satélite de la Unión Soviética- en el Berlín oriental, tras el muro que dividía la ciudad, llamado “de Protección Antifascista” por los comunistas y “de la Vergüenza”, por los occidentales. Se calcula que entre 125 y 200 personas perdieron la vida al intentar cruzar el muro sin permiso y que más de 3.000 fueron detenidas por el mismo motivo; en la parte comunista, fuertemente vigilada, la policía, de la que formó parte Putin, no dudaba en disparar contra quienes pretendían pasarse al lado occidental. La canción “Libre” del valenciano Nino Bravo, fallecido hace medio siglo en un accidente automovilístico, cuenta la historia del primer alemán asesinado al tratar de huir del paraíso socialista a través del muro. El film relata la vigilancia de la Stasi, policía secreta de la dictadura, sobre los círculos intelectuales y, en concreto, el rígido espionaje aplicado a un escritor, cableando su casa e instalando micrófonos ocultos en ella.

En la actualidad, no sería precisa tanta parafernalia pues ofrecemos gustosamente toda la información que quieren de nosotros. Y más. Del mismo modo que los etólogos estudian el comportamiento animal anillando y poniendo microchips a determinadas especies, quienes rigen los destinos del mundo nos han aplicado a los seres humanos unos artilugios inseparables e imprescindibles para nosotros y de los que dependemos creando una peligrosa adicción entre gentes de todas las edades. Parece que no pueden respirar sin él.

Naturalmente, me estoy refiriendo a los teléfonos móviles que se han convertido en una prolongación de nosotros mismos. De seguir así, dentro de algunas generaciones, ya vendrán incorporados a nuestra anatomía.

Hoy, la vida de nosotros está contenida en el teléfono a través del cual percibimos cuanto nos rodea y al que confiamos nuestros datos, nuestra intimidad y, en definitiva, nuestra libertad.

Saben todo de todos y, de este modo, les es muy fácil manipularnos. El teléfono ya sustituye hasta al dinero y las tarjetas, lo que está generando otro problema, cada vez, pagamos menos en efectivo. Con ello aumentamos los beneficios de los bancos que ya nos cobran por todo y, al mismo tiempo, les bailamos en agua a los gobiernos que aspiran a eliminar el dinero físico. Así, su control será absoluto. Por desgracia, se está cumpliendo la profecía atribuida erróneamente a Einstein: “Temo el día en el cual la tecnología sobrepase nuestra interacción humana. El mundo tendrá una generación de idiotas”. Hacia ahí vamos. Y como ejemplo, la inteligencia artificial.

El beso

Desde el beso de Judas, ningún ósculo había alcanzado tal repercusión como el pico del ya expresidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, a la jugadora Jennifer Hermoso. Ni el beso de Klimt, ni el beso de Brâncusi, ni el beso de la mujer araña ni el morreo que, allá por el 1979, se dieron Leónidas Brézhnev y Erich Honecker, dictadores comunistas de la URSS y de la República Democrática Alemana respectivamente. Puede decir Yolanda Díaz que el comunismo es la democracia y la igualdad, pero en los países donde este sistema ideológico se ha impuesto o continúa impuesto, han padecido o padecen una dictadura.

Luis Rubiales, aparte de los comportamientos corruptos y trapicheos -conocidos por todos y callados por muchos- perpetrados durante el ejercicio de su cargo, debía haber dimitido no solo por el tan traído y llevado piquito sino también por su conducta zafia y vulgar en el palco de autoridades, tocándose sus partes ante las televisiones del mundo que retransmitían la final de la Copa Mundial Femenina de la FIFA. ¡Qué imagen de España estamos dando! Lo importante es que ha dimitido. Le ha costado pero lo ha hecho. Nunca es tarde si la dicha llega.

El pico que Rubiales, personaje ligado al PSOE y del que todos ahora reniegan, ha sido convertido políticamente y con efecto retardado en un escándalo interesado que hasta ha merecido una manifestación de repulsa. Manifestación que no se convocó por la Ley del sí es sí, que rebajó penas a los delitos contra la libertad sexual con los resultados que ya conocemos y que hubo de reformar. Y no dimitió nadie. Ni hubo movilizaciones de protesta por la negativa del anterior gobierno balear, encabezado por la reciente presidenta del Congreso, a investigar los abusos sexuales y la prostitución de menores tuteladas. Y aparte, las trabas que pusieron a la comisión del Parlamento Europeo que vino a interesarse por el caso. Y para rematar el esperpento, no ha faltado una huelga de hambre con encierro en una iglesia de la madre del susodicho e impresentable individuo.

Habrá que volver a besar como indica “El beso” pasodoble incluido en la revista “La estrella de Egipto”, estrenada en 1947: “…La española cuando besa / es que besa de verdad. / Y a ninguna le interesa / besar con frivolidad. (…) Le puede dar usted un beso en la mano. / O puede darle un beso de hermano. / Así, la besará cuanto quiera. / Pero un beso de amor / no se lo da a cualquiera”.

De circos gratuitos vamos bien sobrados mientras el pan y el resto de la cesta de la compra y la gasolina, cada vez más caros.

Vientos y tempestades

Algo no está funcionando bien en nuestra sociedad cuando la delincuencia aumenta de manera continuada y en todos los órdenes. Y algo están haciendo mal –o no están haciendo nada y miran hacia otro lado, lo que es peor- nuestras autoridades para detener este deterioro de la convivencia. La demora en la toma de medidas complica la aplicación de las soluciones. Más vale prevenir que curar. Para sanar una enfermedad, han de investigarse primero sus causas y después actuar sobre las mismas. Pero si se busca la verdad se corre el peligro de encontrarla. Y muchas veces, la verdad es contraria a la corrección política, algo completamente imperdonable en nuestro mundo de mentiras y medias verdades.

A pesar del gravoso Ministerio de Igualdad y de su profusa actividad propagandística y organizativa, los delitos contra la libertad sexual, incluidas las violaciones, siguen creciendo.

Según el Ministerio del Interior, ello se debe a la mayor disposición de las víctimas a denunciar las agresiones.

No obstante, no han disminuido las muertes por violencia machista o de género, negada por unos, ni las causadas por violencia doméstica o intrafamiliar, negada por los otros y las otras.

Sin duda alguna, la forma más execrable de violencia es la de los padres y madres que asesinan a sus hijos. La violencia extrema contra los niños es un problema importante pero invisibilizado y silenciado por los medios de comunicación y los organismos oficiales de los que es difícil obtener datos y estadísticas. En los últimos 16 años, el número de mujeres condenadas por matar a sus hijos supera ligeramente al de los padres filicidas. Tampoco merecen atención mediática ni política los padres muertos por los hijos ni los suicidios de jóvenes, cada vez más numerosos.

Dentro de las relaciones familiares, aparte de las citadas, se dan cuatro tipos de violencia contra la pareja o expareja: hombre contra mujer, hombre contra hombre, mujer contra mujer o mujer contra hombre. De estas cuatro posibilidades, únicamente parece causar inquietud y repulsa la primera. El resto no existen y no se publican cifras ni estudio. Y si el delincuente cambia de género, como ya ha sucedido, deja de considerarse violencia machista y se convierte en conflicto doméstico con lo que la pena se reduce. Nuestra sociedad es, cada vez, más hedonista, egoísta e intolerante lo que deriva al uso y justificación de la fuerza contra quienes nos contradicen. De nada sirve luchar contra un tipo concreto de violencia si no extirpamos el cáncer que nos impide la empatía y el respeto hacia los demás. Sembrando vientos, sólo podemos esperar recoger tempestades.

Otros artículos de opinión

Image