Opiniones

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Mundos paralelos

Al poeta francés Paul Éluard, amigo de Salvador Dalí, y también su rival por el amor de Gala, se debe la frase “hay otros mundos pero están en este”. Efectivamente, existen otros universos paralelos al nuestro como el de los políticos. Una vez abducidos, el proceder de los seres privilegiados que lo habitan discurre ajeno a los problemas de la realidad que han abandonado y rara vez regresan a este valle de lágrimas donde moramos los de a pie. Alcanzado el estatus de casta, se aferran a él y luchan con uñas y dientes para conservarlo a toda costa; entre otros motivos porque abandonar la vida pública supondría para un buen número de ellos retornar a la nada de la que provienen. Mucho desbarrar de las puertas giratorias pero todos los partidos las utilizan para colocar a los suyos.

El problema de quienes hacen de la política o del sindicalismo su modo de subsistencia es que se aíslan de su entorno de origen y se distancian de las preocupaciones de los votantes que, borreguilmente, depositamos las papeletas en las urnas para elegirlos. Abundan los ejemplos de esta inconexión. Hace unos meses, la ministra de Igualdad declaró que el problema de la “okupación” era un invento de la ultraderecha. Vamos, un bulo. Lo dice alguien cuya mansión está protegida por la Guardia Civil. El mayo pasado, cerca de 200 activistas ocuparon un edificio perteneciente a la U.G.T. pero la policía corrió presta a desalojarlos. Recientemente, Núñez Feijoo ha pedido retirar “de manera inmediata” los coches con más de diez años de antigüedad. Puede que al principal líder de la oposición no le cueste nada cambiar de automóvil; sin embargo, la mayoría de la población no podemos renovar el vehículo cada década.

Más del 65% de los turismos en España superan esa edad. Quieren que no conduzcamos para contaminar menos.

Excepto ellos que no se bajan del avión ni del coche oficial de alta gama.

Lo último ha sido lo de Comisiones Obreras de la Comunidad Valenciana que ha anunciado un expediente de regulación de empleo (ERE) para reducir la plantilla de sus empleados ante el incremento de los gastos por la subida de los precios y de las retribuciones y el descenso de las cuotas de los afiliados. Lo más chocante es que el sindicato de izquierdas ha contratado al despacho de abogados que defendió a la infanta Cristina en el caso Urdangarín para negociar los despidos y las reducciones salariales. Van a adoptar las medidas reaccionarias de la patronal más insolidaria que tanto reprueban en los demás. “Haced lo que yo diga pero no lo que yo haga”. Han caído del guindo. Bienvenidos al suelo.

Silencio, silencio

Con el cambio de los tiempos, se van perdiendo muchas buenas costumbres, entre ellas la de expresarnos en voz baja. Vociferamos como si los demás estuvieran sordos como tapias.

Iglesias y museos, lugares donde siempre se había observado un reverente sigilo, se asemejan, a veces, a plazas de pueblo en día de feria. La gente no guarda la compostura ni el respeto debidos no solo al recinto sino también al resto de los concurrentes. Nos hallamos condenados a vivir inmersos en el ruido y no nos es posible desprendernos de él. Chillidos, tacones matutinos o nocherniegos en el piso de arriba, coches con la música a todo volumen que hace vibrar los cristales de las ventanas, motos con los tubos de escape manipulados, petardos en fiestas y otros eventos… Esto, sin contar el ajetreo de las vías públicas y del tráfico que ya hemos asumido como algo normal en nuestra rutina. Nos divertimos y protestamos de manera escandalosa sin importarnos la hora o si se molesta a los vecinos, lo que parece formar parte de nuestro temperamento mediterráneo extrovertido y bullicioso.

A menudo, nos cruzamos por la calle con individuos hablando a gritos por teléfono. En muchas ocasiones, podrían prescindir del artilugio pues es casi seguro que sus interlocutores se enterarían igual. E idéntica conducta mantienen en trenes y autobuses. Y más, cuando usan la aplicación de manos libres. Nos brindan por partida doble toda la conversación sin mostrar recato alguno en pregonar su privacidad que, dicho sea de paso, no le importa a nadie.

Nos agobian los ruidos y la gente pero, por otra parte, nos agobian y aterran aún más el silencio y la soledad. Así, nada más llegar a casa, conectamos la televisión o la radio o nos ponemos música aunque no les prestemos la menor atención. Oímos pero no escuchamos.

Necesitamos sentirnos acompañados pero sin personas a nuestro alrededor. Hoy, resulta extraño entablar una conversación con el viajero de al lado. Nos endosamos los auriculares o nos aislamos del entorno abstrayéndonos con el móvil o el ordenador. Con las prisas y el estrés de la vida diaria, es complicado encontrar unos momentos de silencio para relajarse y  pensar. Y cuando podríamos disfrutarlos, no los aprovechamos. Emocional y psicológicamente, nos convendría a todos, a nivel individual y de grupo. No nos mostraríamos tan irascibles e intolerantes lo que implicaría una mejor convivencia. Como escribió el filósofo francés Paul Masson, “Con la palabra, el hombre supera a los animales. Pero, con el silencio, se supera a sí mismo”.

Soy más tonta que tú

La tonta sólo se quedará con que ella es tonta, y si tiene antecedentes de peleas numerosas, se entregará a una más. Y no será la última, salvo milagro. Si la interpelada no se siente tonta, tal vez caiga en lo ocurrente de la frase. Depende de si detecta farsa embaucadora o no. Andrés Pajares y Fernando Esteso interpretaron las tragedias por los lindes, allá por los años 70. Dos labriegos tercuzos. Uno a un lado, y el otro al otro. Un pretil de un pozo en medio de un reguero fingido (en terreno de secano, que llega hasta dónde alcanza la vista y es una planicie). Al poco, a tiros, farfullando iracundos. La comedia divulgada en horario de máxima audiencia en la televisión única. Era el modo de superar esas inquinas en todo el país. Aquella carretera partió en dos su finca. En terreno expropiado y cobrado el importe, creció un melocotonero. Habían pasado 25 años. Pues allí se presentó el personaje de Esteso, o Pajares, dispuesto a la violencia, esgrimiendo que el árbol era suyo. Su casa. Y otras divagaciones, que delataban, tal vez, que apelar al árbol era una escusa barata. Deja ahí los melocotones, que iba a recogerlos yo mañana. Mentira podrida, había que agacharse en la pendiente pronunciada llena de zarzas. No había ido nunca antes. Nostalgia, diría alguien sensible. No recordaba que había cobrado la indemnización por la expropiación. No quería recordarlo. Le parecía un secreto de espabilada. Tenía una granja de marranas. Le pagaron por cien lechonas, un anticipo, atendiendo una urgencia por avería en las instalaciones. Y no quería que se los llevaran, porque eran suyos. Lógico. Y negó haber recibido el dinero. Arguyó amenazante, que nadie paga antes de recibir el ganado. Cincuenta años atrás, dos mozas del mismo pueblo, se pegaban invariablemente en todas las verbenas a las que acudían. Y eran muchas cada verano. Agarradas muy violentas. Pero les cegaban los antecedentes, y la incapacidad de poner fin, a palizas que no iban a solucionar lo que las propiciaba. Las palizas acabaron cuando dejaron de ir a las verbenas. Si te demandan para robarte hijas y patrimonio a capricho, la solución nunca es demandar, denunciar o querellarse, ante las mismas que se mostraron incapaces para garantizar que con su intervención no se robaría ni agrediría.

Personajes ejemplares

El poder de un estado democrático se subdivide en el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Pero hay más poderes, como son los poderes científicos, los económicos, los lingüísticos, los sanitarios... Cada cual debe ejercer su poder, por lo menos los mencionados, en beneficio de la sociedad, porque la sociedad los paga.

Una persona licenciada en psicología a la que el único trabajo que se le conoce en toda su vida es como cajera y que ahora ejerce de ministra por vía marital, Irene Montero, tiene el valor de decir que los jueces (parece ser que todos) están equivocados, que son machistas, que deberían aprender, porque están aplicando la ley que ella misma abanderó.

Pablo Iglesias (pareja de la anterior, a quien colocó en el Ministerio) dijo que “la existencia de medios de comunicación privados ataca la libertad de expresión”, posteriormente pidió el “control de los medios de comunicación”.

La ministra Yolanda Díaz, también puesta en su cargo por el anterior y luego nombrada su sucesora por sus cataplines, dijo que había que hacer una cesta de la compra de 30 euros, “será una cesta con productos frescos, que irá rotando todas las semanas”. Aún no sé a quién se lo ha mandado, si la tengo que hacer yo, si tiene su padre una tienda y debo ir a comprar allí o si son lotes que va a preparar su ministerio para que pasemos a recogerlos. O quizás con los lotes del Carrefour se pretende poner la puntilla final al pequeño comercio.

El ministro Garzón, también colocado por Pablo en un ministerio hecho para que pueda ser ministro, dice a los agricultores, a los ganaderos y a los consumidores qué deben producir y qué debemos comer.

No saben de economía y hablan de ella con desprecio. No creen en la libertad de expresión y se les llena la boca con estas palabras. Se comen sus buenos filetes vuelta y vuelta mientras se les llena la boca de que no hay que consumirlos. Por incapacidad se vuelven contra ellos las leyes que ellos mismos hacen y llaman incompetentes a quienes las aplican.

De vez en cuando se dan tortas entre ellos, se enfadan, no se ajuntan como los niños, pero en una cosa están de acuerdo y es en hacernos creer que saben más de lengua que la Real Academia empleando un lenguaje que lejos de ser inclusivo es ridículo. Por cierto, el ruso es un lenguaje inclusivo, tienen su masculino, su femenino y su neutro diferenciado y ya vemos como les va y cómo les ha ido tradicionalmente a las mujeres y a los homosexuales.

¡Que me dejen en paz!

Un árbol singular

El pino de los Sasos bien podría pertenecer a esa catalogación de “Árboles singulares de Aragón”, donde se inscribe en un registro administrativo de carácter público dependiente de la Dirección General de Medio Natural y Gestión Forestal, es una preciada base de datos donde se recogen los árboles y arboledas más representativas de nuestra tierra.

El coche de San Fernando

Bruselas, con el fin de luchar contra el cambio climático, ha propuesto que, a partir de 2035, dentro ya de nada, dejen de venderse vehículos nuevos que emitan dióxido de carbono, lo que significa prohibir los motores de gasolina, diésel, gas e híbridos. Únicamente, se admitirán los coches eléctricos. Es de esperar que, para entonces, los precios hayan bajado y se hagan asequibles a las clases medias y bajas; de lo contrario, los automóviles serán exclusivos de los ricos. Si las pilas que utilizamos en la vida cotidiana contaminan y debemos reciclarlas, ¿qué se va a hacer con las enormes baterías de este tipo de vehículos? pues no van a durar eternamente.

Pero eso será un problema del futuro que no preocupa a los dirigentes de hoy.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha expresado su deseo de legar a la siguiente generación un planeta saludable con buenos empleos y un crecimiento que no dañe la naturaleza. Encomiable aspiración pero difícil de alcanzar. Para conseguir un planeta limpio y sostenible es precisa la cooperación de todas las naciones. De nada sirve que Europa limite sus emisiones de gases contaminantes si el resto no está por la labor y no considera la salvaguarda del medio ambiente como una prioridad. China es el país más tóxico para la atmósfera doblando al siguiente, Estados Unidos, y cuadriplicando al tercero, la India. Si se dan protestas, como no tienen repercusión en los medios, no existen para el común.

Unos buenos trabajos con sueldos elevados requieren una economía próspera para lo que es imprescindible una energía barata que la haga competitiva. Europa depende energéticamente del exterior e idéntica negligencia se está aplicando a la agricultura. Con reservas para más de 70 años, en España podríamos tener un gas a precios más que asequibles pero, por ley, se prohíbe su explotación e incluso su prospección; lo mismo sucede con el petróleo. Otros estados y seguro que más de un político europeo se benefician de esta decisión.

Poco a poco, intentan cambiar nuestros hábitos y comportamientos. Ya nos inducen a consumir menos carne y a calentarnos con edredones más gruesos. Pronto, aunque también por otros motivos, se objetarán el jamón y el vino. El coche se convertirá en artículo de lujo y no podremos volver al burro como medio de transporte pues será maltrato animal. Habremos de recurrir al coche de san Fernando, un ratito a pie y otro andando. Además, reduciremos el colesterol y nos mantendremos en forma. No hay mal que por bien no venga.

El duelo del otoño: anillos contra dragones

Volvimos de la playa pensando que en nada nos quitaríamos las chanclas y la manga corta y aún a finales de octubre andamos sin habernos puesto ningún día el abrigo.

Y es que el otoño ha venido calentito pero ya no solo climatológicamente hablando sino también por el tremendo duelo de series épicas que se han marcado dos de las plataformas de streaming más potentes: Amazon Prime y HBO.

Sí queridos lectores, hablo de LOS ANILLOS DEL PODER y LA CASA DEL DRAGÓN. Para los que no siguieron en su momento la saga cinematográfica basada en las novelas de Tolkien, ni la serie creada a partir de la obra de Martin, probablemente esto les sonara a chino.

Pero es innegable que las películas de EL SEÑOR DE LOS ANILLOS y la serie de JUEGO DE TRONOS marcaron una epoca y sus secuelas han protagonizado el duelo del otoño.

En este artículo aviso emito una opinión como siempre pero es que lo hago de un modo muy personal y que por lo tanto debe tomarse como tal. Además advierto contiene spoilers.

Vamos al lío. Amazon Prime llevaba tiempo hablando de la producción estratosférica de la serie más esperada del año. Dinero y pleitos varios con los herederos del escritor fueron los componentes a destacar del rodaje de una serie que empezó por la puerta grande y nos demostró que visualmente iba a ser una puñetera maravilla a lo largo de todos los episodios de la temporada. Hay planos que simplemente quitan el hipo, como las primeras escenas en

Numenor o la propia creación de Mordor. Son de matrícula de honor directamente. Pero claro lo visual acaba aburriendo y sino hay chicha ni guión consistente pues el enamoramiento cesa y llega la desazón. Y así me pasó a mí. Empecé entusiasmada con ganas de que llegaran los viernes porque admiraba mucho la calidad visual de la serie y me sentía expectante también por las diversas tramas que se iban abriendo pero al final sin una conexión decente en el guión pues… desencanto, esta es la palabra adecuada, puro desencanto con LOS ANILLOS DEL PODER.

Con LA CASA DEL DRAGÓN hice el camino justo al revés, empecé a verla cada lunes con reticencias, he de añadir que soy mas fan de Tolkien que de Martin, pero a medida que iban pasando las semanas fui dándome cuenta poco a poco de que las tramas se hilaban a la perfección, los personajes tenian mucha profundidad (eso he de confesar que siempre es un plus del sello HBO y en concreto de la propia saga de JUEGO DE TRONOS), y de que además el universo expandido de Poniente estaba perfectamente alineado con el que ya habíamos conocido previamente. El trabajo estaba hilvanado con cariño y el producto fue ganando con los minutos de temporada hasta llegar a los últimos dos capítulos que para mí han sido sencillamente sublimes.

Ahora toca esperar dos años para volver a disfrutar de ambas series, ya estamos avisados, pero la verdad es que los lunes volveran a ser lo que eran, lunes y punto y los viernes, bueno los viernes ahora ya no vamos a tener excusa para quedarnos debajo de la manta en el sofá.

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